jueves, 3 de junio de 2010




EL STARET Y LA ORACIÓN DEL CORAZÓN

Escribo este pequeño artículo a propósito de una película que acabamos de comentar y que se titula "Ostrov" cuya traducción del ruso significa "La isla".
La imagen que está en el encabezado corresponde a san Serafín de Sarov, a quien la iglesia ortodoxa le celebra el 2 de enero.
San Serafin puedo decir sin miedo a equivocarme, que es un santo universal, como lo puede ser san Francisco de Asís para otros credos.
Antes de continuar conviene decir que el diálogo entre católicos y ortodoxos va muy avanzado. Nos corresponde a nosotros como bautizados y testigos del Señor, orar intensamente para que cese el escándandalo de la división en el Cuerpo de Cristo. Y debemos hacerlo con inmensa confianza porque Dios lo quiere y por que lo que nos separa no son tanto los temas de la fe sino problemas históricos, políticos y seguramente también de forma.
Juan Pablo II nos insta a perseverar en esta oración de petición a fin que la Iglesia "pueda respirar con sus dos pulmones", el de occidente y el de oriente.
San Serafin de Sarov es un monje ruso, un staret, es decir un sabio espiritual. Sabiduría que ha recibido como don de Dios producto de la vida de oración. El nos enseña que lo más importante en la vida del creyente es "la adquisición del Espíritu Santo". Se trata entonces de vivir su vida bajo el soplo del Espíritu, dejándonos invadir por su susurro y obrando según su inspiración. Cuidando de no resistirle, ni entristecerle y mucho menos pecando contra El.
El pecado contra el Espíritu Santo es aquel que no tiene perdón a decir de Jesús.
Pecar contra el Espíritu Santo es no aceptar el perdón y la misericordia que Dios nos ofrece de manera que tal pecado no puede ser perdonado porque quien rechaza el perdón sencillamente no lo puede recibir. Desgraciadamente no son pocos al presente los hombres que se encuentran en esta terrible situación, ya no tienen consciencia de pecado por que acallaron, silenciaron y asesinaron la inspiración del Espíritu que nos mueve a la conpunción y al arrepentimiento.

San Serafin de Sarov tendrá un encuentro memorable con un laico llamado Motovilov y el santo le enseñará a orar en el Espíritu, llevándole por una experiencia mística de una transfiguración.
El que quiera profundizar este tema puede leer el librito titulado "El Peregrino Ruso".

La ortodoxia cristiana cultiva una oración a la que llama "la oración del corazón" y que consiste en repetir permanentemente esta jaculatoria: "Señor Jesús, hijo de Dios Vivo, ten piedad de mi pecador".
Esta oración vocal nos introduce progresivamente en el corazón de Dios para despertar en nosotros el espíritu filial, es decir, para provocarnos a una relación en la que Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus pequeños hijos que queremos vivir bajo su amorosa y misericordiosa mirada. También expresa la confesión de nuestro estado de pecadores, frágiles, pobres, incapaces de ser buenos por nuestras propias fuerzas porque aunque Dios nos creo en el bien, producto del pecado original y también del personal somos portadores de la herida del pecado y llevamos una tendencia a la fragilidad que se llama concupiscencia.
Tener consciencia de esto nos anima a ponernos de rodillas para clamar a la Misericordia Divina.
El fruto de esta oración es la conpunción que no es otra cosa que lo que experimentó el hijo prodigo luego de haber derrochado la riqueza de su Padre. Es el dolor del corazón.
"Padre, he pecado contra el cielo y contra tí y no merezco llamarme hijo tuyo" resuena como un eco el verso del salmo 50: "Contra tí, contra tí solo pequé. Lo que es malo a tus ojos yo lo hice..."
Este don de Dios es extraordinario porque purifica nuestro corazón, nos simplifica y nos hace sencillos, también nos otorga mansedumbre porque quien tuvo la gracia de ver su pecado recibe también la gracia de saberse más pequeño que nadie y por lo tanto nos aparta del juicio contra los hermanos que es el pecado de Satanás, el acusador.

Hemos celebrado hace poco la fiesta de Pentecostés y les invito a que pidamos continuamente la gracia del Espíritu Santo, El es ese gran desconocido de muchos. Que no lo sea para nosotros por cuanto El es el Padre de los pobres y nosotros en verdad lo somos.

2 comentarios:

  1. Que hermoso artículo, sobre la oración de los monjes rusos, son muy espirituales, profundos, que verdaderamente tuvieron un encuentro personal con Cristo. Y dan su testimonio, mediante sus escritos y la santidad de su vida.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por tu comentario Sor Doris.
    Verdaderamente el oriente cristiano, como decía nuestro amado Juan Pablo II, es el otro pulmón de la Iglesia. Anhelamos el tiempo en que la Iglesia respire con sus dos pulmones... el de oriente y el de Occidente.
    Es muy importante seguir orando por la unidad de la Iglesia.
    Por de pronto, creo yo que una de las mayores riquezas de la Iglesia de oriente es el relieve que tiene la LITURGIA.
    La liturgia occidental es muy bella también pero muchas veces no sabemos darle el lugar que le corresponde y al no hacerlo es mucho lo que perdemos. No por nada es que la santa Liturgia es la actividad más importante de la Iglesia.
    Bendiciones para todos.
    Manuel Valdivia

    ResponderEliminar