lunes, 30 de marzo de 2015

¿JUDÍOS CRISTIANOS? TESTIMONIO DEL CARDENAL LUSTIGER


Jesucristo, el fundador de la Iglesia Católica que por más de XX siglos permanece inconmovible a pesar de los ataques de sus enemigos, los de fuera y los de dentro, era Judío.
Judío y practicante, Jesús de Nazaret, hijo de María, la "hija de Sión", e hijo adoptivo de José el artesano, nace en el corazón de una familia profundamente religiosa. José es conocido por todos por ser un hombre bueno, "temeroso de Dios". Varón justo. Justo desde la perspectiva judía, es decir... santo.
¿Qué suponen las raíces judías para una persona...? No es un asunto de raza, como torpemente lo señala Hitler, es más algo relacionado con la cultura, con las creencias y con una vocación recibida ya por los patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob. Ser judío es ser miembro de un pueblo escogido, es ser puesto a parte, separado de alguna manera para una misión especial: dar testimonio del Dios Vivo.
Ser judío es estar asociado al Dios de Israel, Adonai, para lo mejor y para lo peor, y eso a través de la historia lo hemos visto repetidas veces, alguna de aquellas son las que quisiéramos no recordar, pero que debemos no olvidar para que todo hombre entienda que en sí mismo, cada uno tiene la suficiente violencia como para poner a otro hombre sobre una Cruz y hacerle perecer de manera abominable.



Shema Israel Adonai eloheinu, Adonai ejhad.

Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno.

Estas son las palabras que impregnan la identidad del pueblo judío y estas son las mismas palabras que, habiéndolas recibido Moisés en el Sinaí, es ahora el Mesías, este nuevo Moisés, que las volverá a proclamar de manera amplificada desde el monte de las Bienaventuranzas y de manera dramática y desgarradora desde la colina del Gólgota.

San Pablo habla a favor del pueblo de Israel cuando expone de manera profundamente teológica el destino y la vocación de Israel. Lo hace a tal punto que desentraña con una hondura profética algo a lo que no duda en llamar "El misterio de Israel". En efecto, los capítulos 9,10 y 11 de la carta a los Romanos, son el lugar donde San Pablo, el antiguo Saulo, celoso de la ley de Moisés y por ello mismo, feroz perseguidor de los cristianos, inquebrantable y tenaz hasta el día del encuentro con "Aquel que nadie puede ver sin morir", ese Saulo murió. Murió a una vida de legalismo y murió alcanzado por una ceguera física y un temblor de alma que, paradogicamente, le hará ver la realidad de su propia vida y la de su pueblo, con unos ojos de resucitado.
Tan igual como los discípulos de Emaus recibieron el don de reconocer al Señor en aquel caminante que se hizo el encontradizo, así, Saulo cae a los pies de Jesús de Nazaret y no se levantará sino después de algunos días en que recibirá el don de la visión que le permite comprender este magnífico plan de Dios.



Este endurecimiento parcial que sobrevino a Israel es permitido por Dios. Esta ceguera que impide a los líderes religiosos de la época de Jesús reconocer lo EVIDENTE... "los cojos andan, los ciegos ven, los muertos resucitan..." Dios está con nosotros, en medio de nosotros, pero no le podemos ver. Israel se endurece delante de lo evidente y San Pablo no duda en afirmar que es el medio que Dios permite para que todas sus criaturas los hombres, accedan al rango inigualable de hijos de Dios. Es gracias al rechazo de Israel que el mundo ha recibido la Buena Noticia y con ella al Mesías prometido desde antiguo. Jesús, ese Jesús que por tanto nunca dejo de ser judío y judío practicante.
San Pablo también nos conduce sobre las alas de la profecía a un acontecimiento que ocurrirá como signo del final de los tiempos. Israel se convertirá, esto significa que el pueblo judío reconocerá en Jesús de Nazaret al Mesías que ha esperado con suspiros y lágrimas, de shabbat en shabbat, durante siglos.
Es un endurecimiento que no es provocado por Dios.
San Pablo nos advierte pidiéndonos que nos cuidemos del orgullo y el engreimiento espiritual porque nos puede sobrevenir también ese mal. 
Esta inconversión es consecuencia de elecciones personales que sumadas condujeron a todo un pueblo a rechazar al Esposo que tanto esperaba. Pero como es muy propio de Dios sacar de males tan grandes, bienes inigualables e incomparables, así, gracias a este gravísimo pecado, es toda la gentilidad que recibirá la salvación proyectada desde el momento mismo del pecado original.


Por eso, los cristianos que a la vista de los judíos practicantes, estos los más piadosos de Israel, los hasidim,  no somos sino una antigua secta del judaísmo, no terminan de comprender que "somos la única secta en la historia religiosa que ha tenido más éxito que la religión de origen". Será por esto seguramente y sobre todo por la gracia Divina que un judío puede dejarse encontrar por quién le busca con corazón sincero. Son muchos judíos en la historia y hasta nuestros días que, repentinamente, casi como empapados por una lluvia abundante que les sorprende en el camino, son visitados por el Espíritu Santo y como Saulo, tienen un encuentro con el Mesías, Jesús, el Hijo de Dios, que esta vivo y que da cumplimiento a todas las promesas hechas a Israel desde antiguo, en la vida de ese judío.


Para hablar de la película que hoy comento, he tenido que hacer esta introducción, porque para entender con mayor profundidad lo ocurrido con el Cardenal Lustiger o Edith Stein, hace falta antes leer a San Pablo y la explicación que nos da del misterio de Israel.

Jean-Marie Lustiger, fue hijo de un matrimonio judío que vivía en Polonia antes de la segunda guerra mundial. Ocurrida la invasión alemana a la Polonia Católica y diversa del siglo XX, esta familia será golpeada de la misma forma brutal como fueron golpeadas muchas otras familias judías por las hordas nazis. Los esposos Lustiger habían emigrado a Francia y el hijo pequeño, fruto del amor conyugal y a quien le pusieron por nombre Aaron, crecía como otro niño francés de la época. Invadida Francia también, este matrimonio es deportado a Polonia y la madre de Jean-Marie es conducida al campo de exterminio en Auschwitz donde conocerá el mismo destino que miles de judíos, polacos, gitanos, sacerdotes y otros considerados por el nazismo como enemigos infrahumanos de la "perfección germana".



Entre tanto, Jean-Marie tiene un encuentro con un niño alemán, que no le sabía judío y que con una ira diabólica le hablará de lo que debe hacerse con los judíos. Esto produjo un enorme horror en el niño y a la vez, le abrió los ojos ante lo que venía aconteciendo detrás de los cercos minados de los campos de exterminio nazi.
La separación de sus padres que le permitió seguir con vida, pasa por el hecho de tener que viajar a la ciudad de Orleans donde es acogido por una mujer y su familia que le recibirá como una verdadera madre. En este tiempo él conocerá el consuelo de la compasión aún, si bien era cierto, el mundo se desangraba producto de la infame violencia y odio nazi, también había gente, personas de carne y hueso, que no temían arriesgar la propia vida para ayudar a aquellos que sufrían persecución, entre otros, muchos católicos practicantes encabezados por el Papa Pio XII. Este era verdaderamente el rostro del Amor que como la luz, resplandece en medio de las tinieblas del odio inhumano.



Es en este contexto que Aaron Jean-Marie tiene su encuentro personal con Jesús. Su padre, sobreviviente de la guerra, culpará a los católicos que le acogieron de haber convertido a su hijo en un renegado de la fe judía. Pero como el mismo muchacho explicaba, pidió ser bautizado cristiano a los 14 años por que "quería ser un judío completo". Hermosa frase que nos muestra de una manera irrefutable a qué punto este niño Judío había comprendido quién era el Mesías y qué trascendencia tenía este hecho en su vida.

Pasados los años, Jean Marie se hará estudiante en la Sorbona, no sin antes conocer los rigores de un trabajo como mecánico en un pueblito de Orleans. Estudió letras y también filosofía, participó activamente en los círculos de estudiantes Católicos y poco a poco dirige sus pasos hacia el Ministerio Sacerdotal.
Los primeros años como cura prestó servicios en la parroquia de Santa Juana de Chantal donde sus prédicas tocaron a muchos corazones.


Es nombrado Obispo de Orleans por decisión del Papa Juan Pablo II. Le conoció entonces y supo que no se había equivocado. Jean Marie era un clérigo dinámico y audaz como Jerzy Popieluzko, el mártir polaco. No mucho tiempo después, el mismo Juan Pablo II le nombra Cardenal y su consejero. Gracias a ello es que "El cardenal Judío" podrá prestar servicios invaluables a la Iglesia, sobre todo en el diálogo intereligioso entre judíos y cristianos.

Respecto a la película, les puedo decir que es un filme francés hecho para la televisión pero que no por ello es menos valioso. La producción está tan bien cuidada y lograda que ha conseguido durante estos primeros meses del año 2015 proyectarse en diferentes salas de cine en el mundo. Les animo vivamente a verla porque quedarán gratamente sorprendidos al contemplar la actuación de los personajes centrales.
Tal vez, uno de los aspectos que más me ha gustado y conmovido es ver lo que podría haber sido la relación entre estas dos personas, San Juan Pablo II y el Cardenal Lustiger en un momento de la historia del mundo y de la Iglesia en que era necesario la intervención de hombres tan valientes como estos dos que han animado mi relato.

         LUSTIGER, EL CARDENAL JUDÍO

  1. Este es un filme que se enfoca en la historia del Cardenal Jean - Marie Lustiger, hijo de inmigrantes judíos provenientes de Polonia y que mantuvo su identidad cultural como judío, incluso después de convertirse al Catolisismo a los 14 años y, más tarde, tomar el camino de la consagración sacerdotal.
    Su deseo fue de ser un cura de parroquia que se dedicara a acercar a las almas a Dios, pero la Providencia Divina querrá para él un rápido ascenso en la jerarquía eclesiástica. Fue nombrado Arzobispo de París por el Papa Juan Pablo II y encontró una nueva plataforma para reivindicar su doble identidad como verdadero judío y, a la vez, verdadero Católico, lo que le supuso tanto amigos como enemigos de ambas partes.
    Cuando allá por los años 80, las monjas Carmelitas establecieron un convento de clausura dentro de las murallas del campo de concentración de Auschwitz, se produjo un conflicto muy delicado con la comunidad judía internacional. El Cardenal Lustiger se encuentra como mediador entre judíos y católicos y su gran combate fue, siendo justo, encontrar una solución para unos y otros.
    Hermoso filme preparado para la televisión que nos revela por un lado, la gran amistad entre San Juan Pablo II y este Cardenal Judío y por otro lado el conflicto interior del prelado Lustiger, quien descubre a medida que crece como hijo de Dios, que ser católico no suponía en absoluto renegar de sus raíces judías. Muy por el contrario ... él es judío .... como Jesús también lo fue.




  2. Título original: Les métis de Dieu
  3. Título en Español: Lustiger, el Cardenal Judío
    Año: 2013
    País: Francia
    Director: Ilan Duran Cohen
    Guión: Chantal Derudder
    Música: Nathaniel Méchaly
    Fotografía: Christophe Graillot
    Actuaciones de: Laurent Lucas,
    Aurélien Recoing, Audrey Dana,
    Pascal Greggory, Grégoire Laprince-Ringuet,
    Alex Skarbek, Vincent Furic,
    Henri Guybet, Aurelién Heilbronn,
    Zbigniew Jankowsky, Jean-Noel Martín y 
    Nathalie Richard.
    Género: Drama Biográfico
    Idioma: Español
    Duración: 98 minutos
    iMAGEN 16/9 Fuell HD
    Sonido Dolby Stereo
    Menú Principal Dinámico
    Menú de Escenas
    Menú de Extras
    Formato: DVD5
    Región: ALL
    Sistema NTSC






    NOTA

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