martes, 17 de septiembre de 2013

ANDREI RUBLEV




LO SAGRADO EN EL ORIENTE
CRISTIANO

Hace ya algunos años, tuve la oportunidad de leer un libro titulado "Relatos de un peregrino ruso". Gracias a esta lectura pude aproximarme por vez primera a la belleza y profundidad de la fe cristiana vista bajo el prisma de la sensibilidad bizantina.
Efectivamente, la cultura y la manera de percibir lo trascendente varía según la experiencia y la historia de los pueblos. Y aquellos que recibiendo la fe la han atesorado, guardan esta riqueza con una tonalidad y de un modo muy singular, al punto que, esa riqueza no es solo para ellos, sino que, si así lo queremos, podemos hacerla también nuestra sin negar por ello nuestras raíces.
Si bien es cierto, la primera división de los cristianos ocurrió hace mucho tiempo (1054 d.C.), no es menos cierto que las razones por las que apareció el cisma fueron razones de orden político más que religioso. Es por ello que nuestro amado Juan Pablo II dijo y con enorme acierto algo por lo que muchos cristianos suspiramos y aspiramos con espiritual esperanza: "que llegue el momento en que la Iglesia pueda respirar con sus dos pulmones: el de oriente y el de occidente"


La liturgia y en particular la iconografía, resulta ser una ventana que se abre para que el creyente pueda contemplar con una mirada diferente las cosas del cielo. Nosotros occidentales de este siglo XXI, seguramente tendremos algo de dificultad en encontrar la profunda belleza de este arte sacro. Solamente se puede hacer cuando uno penetra en la teología del icono. Por ejemplo, contemplado esta imagen de Nuestra Señora, la Virgen de Vladimir, hace falta que alguien nos explique por qué no es Jesús quien nos mira sino la Virgen Santa. Y es que la respuesta resulta sencilla y a la vez de una profundidad incalculable: siendo María que nos mira, es Jesús que nos mira en María. Lo mismo, mirando a María, es a Jesús a quien miramos. En esta simple dinámica se establece con claridad, el rol mediador de la Toda Pura. Es concretamente así que llegamos a Jesús por María y es así que el Verbo de Dios se hizo hombre... por María. Los Cristianos Católicos y Ortodoxos, asumimos esta realidad que tiene el peso de dogma: Dios se hizo hombre en el seno Virginal de María Santísima.
Quien pintó este icono estaba orando cuando lo hacía y muy bien su oración podría decir: "Tú nos amas María como Jesús nos ama".




UNA PELÍCULA SOBRE
ANDREI RUBLEV

Andrei Rublev fue un religioso ruso que ha quedado señalado en la historia como el más grande pintor de iconos de todos los tiempos. Su primera obra (de las que han resistido el paso del tiempo) data del año 1405 aproximadamente, cuando es llamado para que decore con frescos la Catedral de la Anunciación, que es aquella Majestuosa Iglesia que se encuentra en el Kremlin de Moscú.
El personaje no ha quedado bien explicado por la historia, hay muchos vacíos con respecto a fechas y por menores de su vida. 
La información más firme nos viene gracias a sus obras que permanecen impresas en cada icono en el que él trabajó y que no se resume para nada en el ejercicio de pintar una "tabla raza". Esta obra se realiza desde la oración, donde el estado espiritual del que pinta interviene en el resultado. Rublev rompió esquemas e introdujo una forma diferente de expresar este arte. Muchos dan testimonio de su virtud y le consideran un hombre santo.
Si el occidente cristiano tiene a San Francisco de Asís, el oriente tiene a San Serafín de Sarov. Y si el occidente tiene al Beato Fray Angélico, el oriente tiene a Andrei Rublev, extraordinario artista sacro, pero antes que ello, un hombre profundamente religioso que buscó a Cristo con pasión, en la oración y el silencio.


El Director de esta película es el también ruso Andrei Trakovski, quien rodará la cinta en medio de una situación muy complicada para cualquier cineasta, cual fue la censura del régimen soviético.
El espectador debe saber que Trakovsky no pretende hacer una biografía del personaje principal. No es su estilo ni tampoco su intención en ningún momento. Por lo tanto, éste debe estar abierto a otro lenguaje y a dejarse sorprender por la propuesta porque, aunque en algunos aspectos esta película puede aparecer como un filme bastante abstracto, tiene una carga espiritual muy importante, lo cual define en buena medida su belleza.
Esta película no es entonces como aquellas otras a las que estamos más acostumbrados. La forma de la presentación es cual si fuera un libro de imágenes, donde hay un prólogo, capítulos y un epílogo. Por ello, aquel que se dispone a verla debe también disponerse a hacer un "trabajo" de observación e interpretación.


EL SUFRIMIENTO DE UN PUEBLO
EN EL SUFRIMIENTO DE CRISTO

Trakovsky hace un gran esfuerzo con los personajes, la puesta en escena y el vestuario, de manera que el espectador pueda trasladarse a este tiempo de la edad media en Rusia (Siglo XV), en la que hay guerras, pobreza, ignorancia, superstición, desamor, pero también hay un deseo de algo más que es la búsqueda de la felicidad en lo Trascendente. Es una puesta en escena del sufrimiento del pueblo ruso que se identifica con Cristo, que fue maltratado, juzgado y finalmente Crucificado en vista de dar cumplimiento a una profesía por la que se puede esperar una Resurrección. No es casualidad que el año en que la película se rodó, 1964, en Rusia gobernaba el comunismo más extremo y con acierto los críticos de cine declaran que Trakovsky utiliza el lenguaje del séptimo arte para denunciar la opresión del sistema comunista contra el pueblo soviético.
Por ello hubo censura y por ello, el autor de la película fue expulsado de su patria.


COMPOSICIÓN

A continuación nombraremos los capítulos de la película en sus dos partes, intentando hacer una reseña.

PRIMERA PARTE
INTRODUCCIÓN

La película inicia con una escena un tanto subrealista. Este abstracto aparecerá con frecuencia y la interpretación del mismo puede ser tan diversa como los ojos que contemplen el filme.
Un hombre, al parecer un tanto loco, aparece junto con otros personajes a las puertas de una antigua Iglesia por restaurar. El instante está lleno de tensión porque sufren un ataque de un tropel de enemigos. Entre tanto, este hombre monta sobre el experimento "loco" de un "globo aerostático" (cosa que entonces no existía) y por casualidad, en su afán por huir del enemigo, descubre el vuelo y se remonta por sobre sus perseguidores. Esta "asunción" providencial le transporta hacia otro lugar, son otras circunstancias marcadas por la aparición de un caballo. 
La figura del caballo surgirá en diferentes momentos del filme y prefigura el alma de Andrei Rublev que se debate entre su deseo profundo de Dios en contraste con la miseria de la vida de la sociedad a la que emerge desde su celda monacal.






EL BUFÓN - AÑO 1400

Andrei y sus hermanos, dejan el primer Monasterio en el que vivían, San Sergio, y parten buscando un trabajo como restauradores y pintores de iconos. En el camino les sorprende una torrencial lluvia que los conduce a refugiarse en esta "primera estación". Es un lugar amplio y miserable, lleno de hombres alcoholizados, animados por un juglar mundano que se burla de todos y todo.
La llegada de los monjes instaura un breve silencio pero sobre todo resulta provocar una enorme indiferencia en estas gentes.
La frase de el monje Cirilo, irrumpe con fuerza en este momento para denunciar al mundanal grupo: "Dios les envía sacerdotes y el diablo les envía bufones..."
La escena culmina con el arresto del bufón al que "alguien" le ha denunciado ante la autoridad por escándalo.







TEÓFANES EL GRIEGO - AÑO 1405

El monje Cirilo irrumpe en una Iglesia en ruinas. Dentro, yace el anciano Teófanes, quien históricamente resulta ser el maestro de Andrei Rublev. Este personaje representa algo así como la voz interior, la Voz de Dios mezclada simultáneamente con la voz de las dudas y confusiones interiores. Teófanes "confunde" a Cirilo con Rublev y aparece entonces un cierto celo y resentimiento en Cirilo, cuya autoestima está por los suelos porque se juzga torpe y totalmente incapás de pintar nada. Teófanes le anima a que se convierta en su ayudante y él acepta, no por dinero, sino a cambio de una condición: "ve a buscarme a mi monasterio y pídele a mi superior que quieres llevarme contigo". En esta exigencia aparece el pecado de Cirilo. Pecado de envidia, de orgullo y de celos, deseo de ser alguien bajo la mirada de los demás y no la de Dios. Pecado que aparecerá más adelante de forma creciente.
Paralelamente llega un comisionado real, quien viene buscando a Andrei Rublev en nombre del Príncipe para que inicie los trabajos en la Catedral de Moscú. Andrei acepta y quisiera ir con todos sus hermanos. Pero el monje Daniel, el entrañable hermano espiritual de Andrei, se resiste a partir.
Esto da lugar a una escena entrañable en la que Rublev, muestra su alma humilde y va donde su hermano Daniel para confesarse. Él no puede partir a Moscú con el peso de haber herido a su compañero espiritual. Y le dice: "Veo el mundo con tus ojos, con tus oídos escucho y con tu corazón siento". Esto pone de relieve la extraordinaria sensibilidad del artista quien no se permite el rencor interior porque eso le impediría orar, y por tanto le arrancaría totalmente la capacidad de dibujar para Dios.
El capítulo finaliza con el escándalo ocasionado por Cirilo quien juzga a todos sus hermanos de modo despiadado y que bien le vale la expulsión del Monasterio y el destierro a la vida laica.





LA PASIÓN DE ANDREI - AÑO 1406

Andrei avanza en el camino que le lleva a la Catedral de la Anunciación junto a Tomás, un jóven novicio con aires de autosuficiencia. Su maestro de arte lo es primero de Vida espiritual y le exhorta a la humildad. "Tienes una enfermedad... no dices la verdad". Rublev le pide de entrar en su corazón para buscar lo que le falta. "No hay modo que puedas pintar ningún icono sino tienes espíritu de oración y penitencia". El carnal discípulo solo piensa en comer, dormir y tener éxito sin esfuerzo.
Aparece en la escena Teófanes el Griego nuevamente, quien inicia un diálogo con Andrei sobre el sufrimiento del pueblo. Teófanes condena al pueblo que se ha alejado de Dios y se complace en su vida de pecado. Andrei no niega ese pecado, pero insiste en la pobreza de este pueblo, en su ignorancia, en su errancia que le condena a vivir como oveja sin Pastor.
Da inicio a la contemplación de las escenas de la pasión donde el Judas es el hermano del Monarca y donde Andrei se identifica a Cristo. Los discípulos son sus hermanos...
En esta contemplación se rescata el que Cristo haya venido para abrazar el sufrimiento humano, inclusive viene a salvar a los que "no lo merecen"... ¿Pero quién lo merece? ¿No somos todos responsables de nuestras propias miserias... No es que todos habíamos pecado y por nuestra causa Él fue triturado..?
Pero también encontramos este otro aspecto de la Pasión de nuestro Señor: en la vida unas veces somos víctimas y nos identificamos con Cristo, pero otras somos agresores.






CELEBRACIÓN - AÑO 1408

Andrei Rublev retoma el camino hacia la Catedral de la Anunciación. Lo hace junto al novicio Tomás. A lo lejos, percibe el ruido de una celebración pagana. Ordena al novicio que se quede allí y Rublev se aproxima al pueblo en el que esta noche tiene lugar una festividad pagana asociada a la brujería y la inmoralidad. Es capturado por dos granjeros que le amenazan con matarlo pero que finalmente lo dejan atado sobre una cruz improvisada. Viene a su encuentro una jóven mujer que personifica la tentación de la seducción. Andrei está paralizado y le ruega... ¡desátame!
El contraste es enorme, por un lado, los campesinos buscan aliviar el dolor de su condición miserable buscando en la carne y en lo oculto un consuelo, una droga que les permita, aun si solo es por poco tiempo, dejar su triste condición. Por otro lado, el religioso que se aferra a su Dios, que lucha por pertenecerle solo a Él y que cree que no hay droga que le conduzca a alguna felicidad verdadera. Solamente es libre en su verdad y por ello la busca en Dios.






EL DÍA DEL JUICIO - AÑO 1408

Los asistentes preparan los muros del Templo para que se inicien los trabajos de pintura de los frescos. Sin embargo hay retraso. Andrei no se encuentra en esta escena, él se busca fuera de ella. Tomás, el discípulo indisciplinado, decide abandonar al grupo y seguir sus propios consejos. Se ha propuesto pintar en otro templo un fresco del juicio final.Llegan las huestes del Príncipe que apremia por los trabajos. 
Aparece Rublev en la escena, parece sumergido en su meditación. El monje Daniel ordena a uno de los novicios dar lectura a la Santa Biblia. Con el fondo de las palabras de San Pablo con las que habla de la gloria del hombre y la mujer y lo que le corresponde a cada cual respecto a la liturgia, la vida y Dios. Aparece una muchacha tonta y muda quien contemplando una mancha sobre el muro inmaculado irrumpe en un llanto profundo. Entonces Rublev reconoce en este instante cómo la Gracia irrumpe en las personas para tocarnos profundamente, aún en aquellos más pequeños.





ATRACO - AÑO 1408

Este capítulo se ocupa enteramente de la invasión de los Tártaros a la ciudad moscovita. Se han finalizado todos los trabajos en la Catedral, los sacerdotes convocan al rey para la gran inaguración. En esta circunstancia, el hermano Príncipe se colude  con el jefe del ejercito tártaro para dar el gran golpe. Lo que sigue es destrucción, violencia y muerte.
Durante la invación, un guerrero pretende dañar a la joven mujer tonta. Andrei, en medio de todo el cáos de destrucción, matanza y rapiña, golpea al soldado para liberar a la joven y este muere.
Los hechos precipitan en Rublev un dolor enorme. Se confiesa con Teófanes quien le dice:  "Dios te perdonará, pero tú no te perdones. Sigue viviendo así, entre el perdón celestial y el aguijón de tu conciencia".
Es a partir de aquel día que Andrei Rublev hace voto de silencio absoluto.






SILENCIO - AÑO 1412

Después de la tragedia ocasionada por los tártaros, Andrei deja la ciudad de Vladimir. Muchos de los monjes fueron torturados, otros desaparecieron en el asalto a la Iglesia. El grupo de Rublev dasaparece y él quiciera hacerlo para el mundo y para los demás en este voluntario silencio que lo remite a lo esencial: la escucha de su corazón, la escucha a solo Aquel que le habla con Palabras distintas a las de los hombres.
Los monjes del monasterio de San Sergio, no saben bien por qué decidió callar. Unos dicen que es por un gran pecado que cometió, otros proponían otra razón. 
Reaparece en escena el monje Cirilo. La ha pasado mal, en el mundo laico lo único que ha encontrado es desesperanza y tristeza por ello vuelve como un hijo pródigo para pedir al Higúmeno (el superior) le vuelva a admitir entre los monjes. Este accede pero le impone una dura penitencia: "Escribiras 15 veces las Sagradas Escrituras".
Cirilo acepta, aunque la vida no le alcanzará para terminar la penitencia, pero se sabe afortunado porque su intención al regresar al monasterio es prepararse para morir cristiánamente en el arrepentimiento verdadero.






CAMPANA - AÑO 1423

Este es el último capítulo del filme y posiblemente es aquel que es menos abstracto y que termina por expresar cual un gran desbordamiento, la emoción contenida en el ser del observador y protagonista que resulta Rublev.
Tenemos a un joven con apariencia de niño y que aprovecha la ocasión de su vida. Hijo de un artesano constructor de campanas responde al que viene a buscar a su padre que ha muerto víctima de la peste y sus ayudantes más experimentados también han desaparecido. "Solo yo sé cómo hacerlo. Mi padre, antes de morir me dejo el secreto..."
Este muchacho, lleno de dudas e inseguridades, lo que no se puede permitir frente a nadie es mostrar su miedo. ¿Miedo de qué?
El final lo revelará.
Al frente de la juventud e inexperiencia del joven se encuentra Andrei Rublev, que ha visto mucho del mundo y de los hombres y que esa experiencia brutal, domesticada bajo el influjo del silencio y la oración, ha conseguido en el hombre maduro la serenidad y la sabiduría de aquel que puede ver lo que otros no.
Tenemos a lo largo de las escenas el despliegue de la fabricación de esta campana. Muchos hombres, viejos, más jóvenes, todos esperando las indicaciones del muchacho. Los pasos se han dado, la campana se ha fabricado pero llega la hora final en que tiene que entregar su sonido.
Es entonces que aflora la angustia de una ausencia y de un dolor en el corazón del novato.
Despues de esos minutos de tensión mortal, la campana "canta" con su mejor voz y el pueblo celebra la victoria de esta faena que ha durado meses y cuyo héroe resulta ser un joven que casi es un niño.
Mientras que la multitud se va a celebrar, él se quiebra en un catártico llanto que lo reduce casi en una conciencia de vulnerabilidad intrauterina de la cual su postura da aviso.
Andrei que ahora no es el artista, ni el monje que se busca, sino el hombre que ha madurado en el crisol del sufrimiento y que ahora se posiciona como un padre, abre sus brazos al que solloza.
El muchacho termina por nombrar su dolor: "No me dijo nada, se murió y el tacaño se llevó su secreto a la tumba..."
Ciertamente aparece la herida del abandono del padre y esta necesidad que todo ser humano tiene, de saberse amado y reconocido por su padre, pero se revela frente a "otro padre" que decide romper el silencio para decir con palabras y gestos de consolación: "No llores, lo has logrado.
Ven conmigo. Tú construirás campanas y yo pintaré iconos".








EPÍLOGO

La película pasa del blanco y negro a las últimas imágenes que cobran color porque es el momento en que, así como el rasimo al ser triturado entrega su mejor sorbo, el dolor entrega su fruto y se nos muestran los magníficos iconos pintados por Andrei Rubelv.





A comienzos del siglo XV, el monje y pintor Andrei Rublev, acude junto con sus compañeros a Moscú para pintar los frescos de la Catedral de la Anunciación del Kremlim. Fuera del aislamiento de su celda, Rublev comenzará a percatarse de lo que es el mundo con toda su vieolencia, mentira y miseria que afecta terriblemente al pueblo ruso...
El personaje de Andrei Rublev, famoso por sus iconos sirve de base para hacer un minucioso retrato de la vida social, política y artística en la Rusia medieval.




Título: Andrei Rublev
País: Rusia
Año: 1966
Duración: 185 minutos
Director: Andrei Tarkovsky
Música: Vyacheslav Ovchinnikov
Fotografía: Vadim Yusov
Actuaciones de: Anatoly Solonitsyn,
Ivan Lapikov, Nikolai Sergeyev,
Nikolai Grinko, Irma Rausch,
Nikolai Burlyayev, Mikhail Kononov,
Rolan Bykov, Nelly Snegina,
Yuri Nazarov, Yuri Nikulin,
Nikolay Grabbe, Stepan Krylov,
Bolot Beyshenaliyev e Irina Miroshnichenko.
Idioma: Ruso
Subtítulos: Español
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