viernes, 25 de mayo de 2012

LOURDES, UN MILAGRO EN LA TIERRA




"No te prometo que serás feliz en esta vida pero si en la Vida Eterna"
Son las palabras que María, la Virgen Inmaculada dirigió a Bernadette de Soubirous, la humilde adolescente que solía pastorear un pequeño rebaño cerca de los pirineos franceses, en un pueblito llamado Lourdes, hasta entonces desconocido del mundo e inserto en el bello departamento de Tarn.
Esta jóven sin mayor instrucción que la bondad aprendida de sus padres resultó ser la "elegida" por el cielo para recibir la confirmación de un dogma que la Iglesia proclamaría como "La Inmaculada Concepción".
Bernadette carecía de muchas cosas, tenía una familia muy pero muy pobre, a falta de una casita, su padre fue a vivir con toda la prole a una antigua prisión que venía de ser abandonada porque el lugar era tan humedo que los presos se enfermaban. Meses antes el jefe de familia había sido encarcelado injustamente al acusarle la gendarmería del robo de un saco de harina. El asunto se esclarecio al cabo de un tiempo y le liberaron. Este ambiente y la escases de medios fueron causa de que la salud de Bernadette se deteriorara severamente. El asma que padecía se vio agravada en más de una oportunidad. Sin embargo, nada de esto fue obstáculo para que la joven exprese la alegría de vivir allí donde le tocó hacerlo.


La vida de esta joven cambia repentinamente desde el momento que, en una gruta del lugar cercano a donde pastaba su rebaño, apareció la presencia de una Señora muy bella que pedía a la joven viniera a visitarla todos los días por lapso de dos semanas.
Este acontecimiento significará para Bernadette la felicidad más grande de su vida pero también una forma de sufrimiento permanente dado que las burlas de los lugareños y más adelante la búsqueda obsesiva por parte de gente que buscaba un milagro, llegó a impedirle literalmente vivir la sencilla vida que le era cotidiana.
Una fuente de agua brota al pie de la gruta. Bernadette con sus propias manos y por indicación de la Virgen, excavará en el barro y beberá como se le pidió. Su acto de fe que frente a la espectativa de la multitud fue una verdadera humillación porque no pocos se apoyaron en el hecho para acusarla de demencia, significó una fuente de bendiciones incontables, tanto así que hasta el día de hoy miles y miles de personas de todo el mundo acuden con fervor al mismo lugar para recibir una gracia de parte de Dios.




Alguien puede preguntarse por qué estas historias con estos personajes especiales están siempre teñidas de situaciones extremas: gran alegría pero a la vez sufrimiento. Manifestación de los portentos de Dios pero también humillación, soledad y hasta tribulación. Creo que la respuesta está en lo que la Virgen Santísima le dice a Bernadette porque no es diferente a lo que Jesús nos dice a nosotros en el Evangelio: "El que guarda su vida la perderá pero quien la pierda por mi causa, la hallará".
Ya en otro lugar hablábamos del sufrimiento como algo lo suficientemente absurdo en sí mismo y por ello toda persona sana lo rechaza. Sin embargo, nuestra condición humana nos hace gustar permanentemente los límites. Nuestros deseos son infinitos y nuestras posibilidades naturales limitadas. Por ello el hombre se enfrenta a tomar una decisión que aparece en dos caminos: la esperanza y la fe o la inmediatez que procura el sin sentido y la frustración. Es necesario recordar que la vida no solo serán estos años que pasemos en esta tierra sino que eso será solo los primeros pasos que finalmente nos conducirán A TODOS hacia una eternidad. Dios quiere que escojamos cada uno la eternidad que nos corresponde. "Dios lo hace casi todo y nosotros hacemos casi nada". Pero ese casi nada es indispensable en la construcción de la propia dicha que a su vez, nunca está separada de la dicha del os demás.



En esta película dirigida por el italiano Lodovico Gasparini, la historia de Lourdes nos llega de una manera bastante original. Vemos fundidas en una sola historia, tres narraciones que oscilan entre el pasado y el presente.
Un periodista ateo debe hacer un reportaje de Lourdes lo cual está lejos de acercarse a su gusto sensible. Pero al encuentro del Lourdes de hoy llega el pasado en la forma de un diario escrito por su abuelo y del que tenía noticia solo por las conversaciones de sus padres. Su abuelo efectivamente conoció personalmente a Bernadette y ese encuentro marco su vida y la de su esposa de una manera impresionante.


La trama nos presenta además la propia historia de Bernadette, su familia, el contexto de las apariciones y el desenlace final de su ingreso a un convento y sus últimos días cerca a los enfermos en un hospital. El director del filme quiere hacernos comprender que este evento de Lourdes a marcado la historia de muchas personas y además que nos es algo que ha quedado en el pasado sino que al presente continúa despertando la fe y la piedad de muchas personas. Posiblemente lo más importante de Lourdes no es la gruta, ni la fuente, ni tampoco las curaciones físicas...
Posiblemente lo más importante es que Dios no cesa de manifestarse en la vida de los seres humanos, de las maneras más ingeniosas, las más originales, todo para procurar el que cada uno pueda encontrar este camino hacia una plenitud mayor.



SINÓPSIS

Bernadette es una joven enfermiza, vive con su familia en la miseria, Cuando la Virgen María se le aparece en una pequeña gruta de la localidad francesa de Lourdes, nadie en el pueblo la toma en serio, El sacerdote y la policía locales incluso tratan de tapar el incidente. sin embargo sus intentos resultan infructuosos ya que Henri, el hijo de un músico de París se interesa en el caso de la pequeña Berandette.

Este filme nos cuenta la historia de los hechos de una manera muy particular porque va en paralelo la historia ocurrida en Lourdes y a la vez la historia contemporánea de un periodista que en la medida que investiga los acontecimientos, de manera progresiva, sus prejuicios contra la fe van cayendo uno a uno y pasa de ser un ateo recalcitrante a un fervoroso creyente.

Recomendable para todo público.



Título original: Lourdes
Título en español: Lourdes, un milagro en la tierra
Director. Lodovico Gasparini
País: Italia
Año: 2001
Duración:180 minutos
Actores: Alessandro Gassman y Angéle Osinksy
Idioma: EspañolSin subtítulos
Imágen: 16:9
Menú principal
Menú de escenas
Formato: DVD5
Región: ALL

lunes, 21 de mayo de 2012

SAN ANDRÉS DE MONTREAL





 
Dentro del círculo de amigos y hermanos en la misma fe en Jesucristo, solemos a menudo decir: "No somos nosotros los que escogemos a los santos sino que son ellos los que nos escogen"
No es una simple intuición. Regularmente hago la experiencia y hace pocos días me volvió a ocurrir.
Recibí noticia de una persona que hablaba de la manera extraordinaria como había obrado el Señor en su vida, concretamente en su salud interviniendo un cáncer a la garganta debidamente diagnosticado, y eso gracias a la intercesión de San José y de San Andrés de Montreal.
Al primero lo conozco y bastante bien y bajo su patrocinio me dispongo regularmente como hijo, esposo y padre. Pero el segundo... ¿quién es este San Andrés de Montreal?
Nuevo Santo dentro de la enorme lista que constituye la del ejército que ha vencido el gran combate de la fe, André Bessette viene de ser canonizado por su Santidad, Benedicto XVI, el año 2010.


Lo curioso del caso es que hace ya varios años -recordando son exactamente 19 años- una religiosa me obsequió una botellita donde dice lo siguiente: "Huile de la lampe du Sanctuaire de Saint Joseph" y yo la recibí sin hacer mayor pregunta y la conservé, en mi ignorancia, conmigo hasta el presente. Yo no soy alguien que suele guardar este tipo de cosas. Pensándolo bien la conserve por el recuerdo de la hermana que me la obsequió pero sobre todo por lo de San José a quien yo amo profundamente. Solo ahora caigo en la cuenta que es el mismo aceite que procede del Santuario que construyó con tanto amor y sacrificio el Hermano André de Montreal.


También junto con todos estos eventos que "sospechosamente" coinciden, llega a mis manos esta película titulada Frére André y que quiero compartir con ustedes.
Ella nos acerca al personaje en cuestión de una manera muy fiel a los hechos. Es una película rodada en 35 milímetros el año 1987 y que se detiene en la humilde persona de este portero de escuela, fiel en su puesto durante más de 40 años.
El Hermano Andrés llegó a la Comunidad de La Santa Cruz, orden francesa que se había instalado en territorio canadiense, particularmente en la zona de Quebec. Alfredo que es su nombre de pila, era un hombre sin mayor instrucción procedente de una humilde familia cuya madre le había trasmitido la fe y particularmente una devoción profunda por San José y su padre, para que la cosa sea completa felicidad, tenía la ocupación de carpintero.
Llega este joven al colegio Notre Dame de Montreal con el deseo de ingresar a la orden pero "no tiene la talla". No es tanto por su escaso metro cincuenta sino sobre todo por su falta de formación intelectual y su salud precaria.


Sin embargo, su fe era evidente. Sin darse cuenta él, su futuro superior, le contempla escondido tras un altar. Vista la devoción y profundidad de su oración, simplemente lo toma por la espalda y le dice... "Nada perdemos con hacer una pruebita". Así recibe su nombre de religión, Hermano Andrés, junto con la responsabilidad de la sacristía, lavandería, barbería y peluquería, limpieza de pasillos y escaleras y por si fuera poco sobre todo la portería. Dirá más de una vez: "Apenas llegué a la comunidad me pusieron a la puerta... pero fue para quedarme allí toda la vida".
Humilde lugar en el que cualquier otro pasaría desapercibido. Sin embargo, fue San José que se le manifestó repetidas veces para solicitarle cosas que sobrepasaban evidente y totalmente a este pequeño hermano.
Por sugerencia de un sacerdote que le dirigía espiritualmente y por indicación de San José mismo, comenzó a untar unas gotitas del bendito aceite de las lámparas del altar dedicado al santo. Grande fue la sorpresa al ver que ese gesto acompañado de su ferviente oración conseguían las curaciones más extraordinarias. Cojos, medios ciegos, ciegos completos, ulceras, cáncer, heridas infectas y con gangrena, fiebres de todo tipo, tuberculosis.... la lista es larga. Nada se resistía a la oración que este hermano dirigía en favor del os que le suplicaban. Rápidamente la noticia traspasó las fronteras y es así como el hermano Andrés, el Portero de Dios fue conocido como el taumaturgo de Montreal.


Fueron grandes los sufrimientos y humillaciones que el hermano Andrés tuvo que soportar. Algunos de sus propios hermanos de comunidad no le profesaban mucho afecto debido al desorden que significaba tener permanentemente en la puerta de la escuela una multitud de enfermos y personas que venían buscando milagros. No en pocos despertaba celos el hecho de ver que los que venían a buscar un milagro en este simple hermano finalmente lo conseguían. Pero como ocurre con los hombres y mujeres de Dios, estas humillaciones les hacen más santos y más parecidos al Señor.
Obediencia y humildad no le faltaban. He sabido por boca de una religiosa dominica que es de Quebec que los que le conocían  veían que era algo impaciente con las mujeres que venían buscando un milagro para uno o para otro. Lo que le molestaba no era tanto lo que las traía sino el que algunas "cacareaban mucho..."  Pues bien, le entiendo. Aveces el mucho hablar de las gentes espanta el precioso silencio en el que nos habla Dios.

Es una gran alegría para mí descubrir a este santo que brilla felizmente en el firmamento de los elegidos de Dios muy particularmente junto a la persona de San José, protector de la Santa Familia de Nazaret y de la Iglesia.

¡San Andrés de Montreal, ruega por nosotros!



SINÓPSIS
El hermano Andrés Bessette es un religioso Católico de la Congregación de la Santa Cruz y fundo el oratorio San José en la ciudad de Montreal. Ingresó a su comunidad como un humilde servidor, sin mayores estudios. Por ello sus superiores le enviaron a la puerta de la Escuela Notre Dame. Durante 40 años desempeña esta esforzada labor sin quejas y poco a poco, su relación tan familiar con San José, despiertan en él un carisma de sanación muy pronunciado. Recurriendo al aceite de las lamparas del oratorio, él comienza a aplicar el aceite y sobre todo su amor y caridad a los enfermos que vienen a verle, procurando extraordinarias curaciones, muchas de las cuales son milagrosas.
La noticia traspasa las fronteras del Canadá y pronto son multitudes las que vienen a pedirle la oración, cosa que desordena la vida de la comunidad y le procura muchos problemas frente a sus hermanos. Sin embargo, es Dios que lo manda y érl solo debe obedecer aunque los otros no comprendan y le juzguen.
FICHA TÉCNICA

Título original: Frère André
Título en Español: Hermano Andrés
Género: Drama Biográfico, religioso.
País: Canadá
Año: 1987
Imagen: 35 milimetros
Formato de imagen: 1:85
Director: Jean-Claude Labrecque
Música: Joël Bienvenue
Fotografía: Michel Caron
Actores: Marc Legault (Frère André) ; Sylvie Ferlatte (Marie-Esther) ;
Jean Coutu (Père Dion) ; Michel Cailloux (Père Louage) ;
Jacques Zouvi (Frère Alderic) ; Roland Lepage (Père Clément) ;
Gilles Renaud (Dr Charette) ; Guy Thauvette (Dr Parizeau) ;
Duración 89 minutos
Idiomas: Frances y Español
Subtítulos en Español
Menú Principal
Menú de Escenas
Material Adicional: "Hermano, Amigo y Santo"
Hermano Andrés, Portero de Dios
"Quién es San Andres de Montreal"
Trailers de otras películas
Formato: DVD5
Región: ALL

miércoles, 9 de mayo de 2012

LA DUDA


Reza el Salmo 104, "Coloca, Señor, una guardia en mi boca, un centinela a la puerta de mis labios;
no dejes inclinarse mi corazón a la maldad, a cometer crímenes y delitos;
ni que con los hombres malvados participe en banquetes"

En todo ser humano se encierra un misterio que resulta insondable no solamente para los demás, sino y sobre todo para uno mismo.  Dicta la regla espiritual que el sabio cultiva la confianza en Dios y a la vez la desconfianza de sí mismo. Esto debemos entenderlo a cabalidad y sin espíritu doblez. Nadie puede amar si no se ama a sí mismo y el amor de sí debe ser el justo, ni más ni menos, debe ser el justo. Este amor ajustado a la realidad de lo que somos nos conduce precisamente a una desconfianza de sí. ¿Cómo?
No es posible amarse con justicia si no nos hemos descubierto en la Mirada de Dios. Aquél que se mira a sí mismo suele tener una mirada carnal, esto es una mirada psicológica, emocional. Mirada que fluctúa no a través de una certeza sino de un estado de ánimo, de una circunstancia. Sin embargo los hombres no estamos determinados por nuestras circunstancias sino que nuestra escencia tiene una capacidad que va mucho más allá.
Por eso mismo, porque a menudo obramos llevados por nuestras emociones o afectos, no siempre nuestra conducta o nuestras elecciones son las mejores. Es así como TODOS alguna vez hemos hecho algo de lo cual luego nos arrapentimos y que bueno que sea así porque esta rectificación nos muestra que aun si no vemos todo no estamos en condición de ceguera total.






Lo que nos hace incapaces de comprender nuestra propia vida en toda claridad es la herida original del pecado que se suma a nuestro pecado personal. Quien se ame a sí mismo precindiéndo de la mirada de Dios, se amará mal porque tendrá conductas narcisistas y se tendrá por quien no es en verdad o por el contrario se despreciará a sí mismo. Esto no solo marca nuestra conducta y nuestra afectividad sino que además marcará la relación con los otros.
¿Por qué debo desconfiar de mi mismo?. Todos tenemos tres enemigos: el mundo, el demonio y la carne. De los tres el más peligroso es el más cercano. ¿Quien es más cercano a tí sino tú mismo? ¿No te has sorprendido alguna vez en la contradicción del dicernimiento en la que lo que es malo para los otros no resulta serlo para tí? ¿Cómo juzgamos a los otros y cómo nos juzgamos a nosotros mismos?. ¿No es verdad que somos severos con los otros y sospechozamente "tolerantes" con nosotros mismos?






No se trata de desconfiar de los dones que Dios nos dió, no es desconfiar de la inteligencia, de nuestras facultades, ni siquiera de nuestros buenos sentimientos que brotan empujados por un amor verdadero. Se trata sobre todo de reconocer que así como en mí está el bien expresado en todo mi ser, en mí también hay una lesión mayor que se resume en esta dificultad que tengo al obrar con una voluntad recta y con una inteligencia orientada a mi fin último. El que obra conducido por una inteligencia que mueve la voluntad al bien, es aquel que ha conocido una transformación, su ser ha sido restaurado y goza de la verdadera libertad de los hijos de Dios. Esos son los santos.
Pero los que vamos por la vida desde la imagen hacia la semejanza, conocemos de manera bastante frecuente esta complicidad con uno mismo que escoge no siempre bien porque escoge lo que siente y no lo que debe.
Este es el terreno donde se libra el combate espiritual propio de aquellos que se han propuesto descubrir su verdadera identidad bajo la Luz del Creador que ahora es el Padre... mi Padre.
Los que no aceptan hacer este camino sencillamente se acomodarán en "su circunstancia", "guardarán su vida" por miedo a perderla y la perderán porque conseguiran lo que tanto quieren evitar: el sufrimiento.




Esta película nos habla de algo muy complicado y no por ello poco frecuente. Es algo que facilmente puede salir de nuestra boca porque lo entretenemos en el corazón. Es el juicio.
Jesucristo nos enseño: "No juzgueis y no sereis juzgados".  A pesar del consejo de nuestro Maestro, muchas veces nos resistimos porque siempre detrás del juicio hay una torcida satisfacción. Una estúpida satisfacción de "sentir" que yo no soy tan malo como los demás, en particular éste al que juzgo.  Camino peligroso que nos expone de manera dramática al abismo del orgullo espiritual.
Los pecados siempre nos desfiguran. Los pecados de tipo sexual, por ejemplo, nos desfiguran por varios frentes. Los primero es que nos hacen esclavos, no nos permiten amar de verdad. Seguidamente nos procuran la culpabilidad y el sentimiento de una fragilidad que pinta con aspecto de insuperable. Por ello y por otras cosas más, este tipo de pecados siempre es humillante. Quien se reconoce aquí siente claramente que está de alguna manera or service frente al verdadero amor. "Estoy en falta, no soy digno, soy esclavo de mis pasiones" y un largo etc.  Esa persona está en disposición de acoger la Redención porque Jesús ha venido a Salvar lo que está perdido y es el caso.

 


Pero ¿qué ocurre cuando yo creo que soy bueno y justo, que he hecho toda la tarea y que merezco una excelente calificación? ¿Qué pasa cuando no descubro muchos defectos en mi comportamiento y cuando me siento satisfecho de mis logros como si tuviera la lucidez de Dios?   Pasa que estoy desastrosamente preparado por la ilusión para juzgar a los demás y alimentar mi ego con una "buena imagen" que es falsa imagen de mí mismo.




El juicio nace en el corazón pero desgraciadamente no se conforma con quedarse allí. Esta suerte de reptil venenoso se arrastrará para buscar salir al exterior en búsqueda de otras personas que al consentir me confirmarán que YO TENGO LA RAZÓN. Luego me quedaré tranquilo y satisfecho al saber que "no me he equivocado".
Pregunto: ¿alguien que juzga necesitará un Salvador...? ¡Para nada!. Es más, un Salvador es un estorbo porque si yo puedo juzgar a los demás no necesito de nadie que venga a aclarar mi juicio. Por lo tanto quedo encerrado en mi propio pecado, sin arrepentimiento y en algo que yo creo que es la verdad... pero solo hasta cierto punto porque gracias a Dios siempre su Misericordia  y su Providencia actúan a través de la consciencia o de los acontecimientos para mostrarme cuan miserable en verdad soy.
El orgullo espiritual que arropa el juicio contra los demás es literalmente el pecado de Satanás porque es el que procuró la caída del más bello de los ángeles. Así, la bella criatura de Dios que es el ser humano puede transformarse por este veneno en un ser impermeable y resistente a los toques de la gracia Divina.



Les invito a ver este filme. Analicen cada uno de los personajes. En lo personal me es imposible ver esta historia sin escuchar la voz del Señor en las Escrituras, particularmente en los pasajes evangélicos que tienen una resonancia en algunas escenas de esta película que les dará mucho en qué meditar, sobre todo en la enorme responsabilidad de lo que pensamos, decimos y hacemos.


Corre el año 1964 en St. Nicholas, en el Bronx. Un vibrante y carismático sacerdote, el Padre Flynn está intentando cambiar las estrictas costumbres de la escuela, que han sido celosamente custodiadas durante largo tiempo por la Hermana Aloysius Beauvier, la Directora con mano de hierro que cree en el poder del miedo y de la disciplina.
Vientos de cambio político soplan en la comunidad y la escuela acaba de aceptar al primer estudiante negro, Donald Miller.
Pero cuando la Hermana James, una inocente optimista, comparte con la Hermana Aloysius su sospecha de que el Padre Flynn está prestando demasiada atención a Donald, la Hermana Aloysius lanza una cruzada personal para desenterrar la verdad y expulsar al Padre Flynn de la escuela.
Ahora, sin ninguna prueba más que su certeza moral, la Hermana Aloysius entabla una batalla de voluntades con el Padre Flynn, la cual amenaza con fracturar a la comunidad con irrevocables consecuencias.
Un buen ejemplo de lo que ocurre cuando juzgamos a los demás y dejamos que las palabras fáciles salgan de nuestra lengua. Reza al salmo 140 "Coloca Señor en mi boca un centinela, una guardia a mis labios..."





Título: La duda (Doubt)
Título original: Doubt
Dirección: John Patrick Shanley
País: Estados Unidos
Año: 2008
Duración: 104 min.
Género: Drama, Intriga
Reparto: Meryl Streep, Philip Seymour Hoffman,
Amy Adams, Viola Davis, Alice Drummond