lunes, 21 de diciembre de 2015

DIOS NECESITA HOMBRES



Habrá que entender esta afirmación en el sentido correcto en que está hecha. Primero digamos lo contrario: "Dios no necesita de nada ni de nadie", porque Él es suficiente a Sí Mismo.
Alguno se preguntará:¿y puede ser feliz en su inmensa soledad? Puede ser feliz, pero no está solo porque Dios es Familia. Él es Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Por eso, desde esta posición podemos de manera más perfecta comprender su Misericordia Infinita, porque no necesitando de nada y a nadie, ha querido hacerse pobre y abajar su condición Divina a la nuestra, que es la humana.
Dios , que nada necesita, te dice: "Te necesito para hacerte feliz"
¡Es tan grande su amor que nada lo detiene!

Pero quien habla de amor habla de relación. Dios ama a todas sus criaturas y por supuesto, a todos sus hijos. Pero...
pero no todos le aman a Él, principalmente porque no le conocen, porque es imposible conocer a Dios y no amarle.


Cuando escribo estas líneas, nos separan tan solo cuatro días de la fiesta de Navidad y será está bella película de Jean Delannoy, el pretexto para centrarnos en tan hondo, feliz y a la vez doloroso misterio.
En la isla de Sein, allá por las extremidades geográficas del viejo mundo, se encuentra Finisterre. Los mares Normandos conocen entre sus islas a una, la más pequeña, habitada por unos seres pobres, hasta cierto punto miserables, sobre todo bajo la mirada distante de los que se encuentran en el continente y que "todo lo tienen".
En esta gente se enclava una paradoja: 
nada tienen, pero teniendo una sola cosa, todo lo tienen.
Ellos no tienen madera, no tienen pan, no tienen agua dulce, no tienen cosas elementales y básicas para una vida que se pueda decir digna. Sin embargo, siendo tan grande su pobreza, hay un tesoro en esta Isla que es su Iglesia y la fe enclavada en el corazón.
Ellos núnca faltan a una Misa. Saben bien de su indigencia, no niegan su pecado, pero justamente por eso tienen más sed del amor y perdón divino que del agua que tampoco poseen.

Mucho trabajo nos costó encontrar esta película. Mostrada en los cinemas allá por el año 1949, fue filmada con bastante más anterioridad  (1940) y trabajando en la traducción de los textos y diálogos, no pude evitar pensar en la situación de nuestro mundo...


Este mundo que no es una isla precisamente y sin embargo, sus habitantes huyen de la relación para establecer un vínculo virtual de imaginarias emociones con una tecnología que ha llegado para quedarse - dicen algunos- pero que, con el perdón de la palabra, es como una droga que estupidiza a quien se adhiere a ella cual prótesis que le resulta indispensable para seguir viviendo... 
 ¿Qué vida es esa?
Mundo que todavía puede tener acceso a los Sacramentos para la salvación, y sin embargo, mundo que vive con total desinterés de los mismos y de la vida de un alma abandonada por aquel que la posee. Cierto es, ignorando totalmente que el tiempo que tenemos los mortales es muy fugaz y siempre, año a año, nos va demostrando que la sed sigue allí, cada vez más fuerte porque es sed de infinito. Y el opio de amores minúsculos y del amasar de bienes efímeros posterga esa decisión de manera que al terminar los días, esa vida, ese hombre, habrá fijado su futuro para siempre. ¿Por qué razón - diganme ustedes - habría de ser la vida futura de un tal, más feliz que la que viene de terminar...?
Un infinito eterno por el que no nos preocupamos muchos y que determina el peso de la propia existencia en la balanza de una sabiduría que sabe discernir lo fértil de lo estéril.

Esos habitantes de la Isla de Sein tenían lo que esperemos no le falte a ninguno de nosotros: la fe. Fe pobre, dirá alguno: muy elemental, pero es la fe del pueblo que conoce a Dios por caminos que solo los pobres han recorrido...

No les dejaré sin antes comentarles algo que tiene que ver mucho con el tema del filme que es poseer en plenitud a Dios.
Hace dos días, en una radio comercial muy sintonizada en Lima, un grupo de psicólogos y especialistas en la salud mental debatían respecto a "La tristeza de la Navidad". Unos, a mi juicio muy ligeramente, se animaban a afirmar que mucha gente se deprime en Navidad. Otros, los menos, más juiciosos y exigentes decían que no se puede hablar de depresión como tal, sino de una cierta pena que puede mentarse como melancolía.
¿Por qué? ¿Por qué siento tristeza en Navidad...? Muchas respuestas nos vienen a la conciencia:
Porque recordamos nuestra niñez y los momentos felices que ya no son al presente los mismos...
Porque, también recordando la infancia, hacíamos memoria de unas heridas relacionadas con el padre, la madre y los hermanos, heridas que aun estaban abiertas...
Porque antes yo no tenía la responsabilidad de la felicidad de otros y si contaba con la seguridad de aquel que posiblemente hoy ya no está más...
Porque cuando niño gozaba de una inocencia que he perdido en el camino y esa noche me muestra en qué forma me he desfigurado...
Porque la Navidad me remite a una felicidad ideal que nunca logro alcanzar...
Y así, se buscaban varias razones que, en muchos casos pueden ser causa pero superficial, es decir, causa segunda, no primera.

Meditando en ello, estoy al presente convencido que en la Noche de Navidad, Dios derrama sobre todos una GRACIA que nos permite, a los que ya le conocemos, conocerle aún más y sumergirnos en su Misericordia sin fin, y a los que no le conocemos, iniciar una aventura que nunca acabará, porque es una aventura que nos lleva a lo eterno.

La gran tristeza del corazón humano es que Dios viene de noche y desnudo, y tú sabes que no estás listo para recibirlo. 

María y José vienen a cada uno de nuestros corazones y tocan la puerta de nuestra vida con una urgencia. ¡El Amor ya llega, el amor tiene prisa!... el mundo no puede seguir sin recibir al Amor que es Dios mismo, que se ha despojado de todo lo que Él mismo creó. Los que creen que tienen algo, temen a esta visita porque al ver al Dios en forma de un niño desnudo creen que les viene a pedir algo... cuando en verdad su desnudez a venido para arroparnos.

La tristeza no es otra que esta constatación visceral que me muestra que Dios viene y yo no estoy preparado para recibirle. Unos dirán: "No hay espacio, mi corazón está lleno de mil cosas... ve a buscar en otro lugar porque yo no tengo sitio para ti".
Otros dirán, "Yo no soy digno que entres en mi casa... mi casa es un corral, mi casa esta inmunda, mi casa está apestada por el olor del excremento de mis miserias... Dios mío, hay lugar, pero no hay nada en mí que te merézca".
Solo entonces, ese dolor y esa tristeza que se llama compunción y que es la única tristeza que viene de Dios, porque todas las demás vienen del demonio, solo entonces se abre paso la alegría serena y profunda de la Navidad en que nosotros, como los pastores de Belén, nos inclinamos ante el misterio más maravilloso que podamos contemplar: 
"Le ofrecí a Dios mi nada y Él se precipitó sobre ella"

Queridos amigos, la Navidad solo es feliz para los pobres.

Les deseo en este año del Jubileo de la Misericordia una feliz Navidad y que en el interior de cada uno, Jesús pueda nacer y crecer hasta hacernos semejantes a Él.



SINOPSIS

Frente a las costas de Bretaña (Francia) en 1850, en la pequeña isla de Sein, sus habitantes pobres no tienen otra opción más que saquear los restos de barcos que naufragan. El Cura párroco, impotente y triste, prefiere dejar la isla. Cristianos pero sin Cura,  los habitantes de la isla designan a Thomas (P.Fresnay) , el sacristán , para reemplazarlo temporalmente. Este descubre dolorosamente en las confesiones que le hacen sus semejantes la gran necesidad del perdón Divino y con amargura comprende que han quedado abandonados a su triste suerte.
Hermosa Película Clásica del Cine Francés, dirigida por Jean Delannoy que nos confronta a una situación extrema desde varias perspectivas pero que a la vez pone en su real valor el tesoro de los Sacramentos y lo que puede significar vivir privado de ellos al punto de la desesperación.
La actuación de Pierre Fresnay (Monsieur Vincent - San Vicente de Paul) es magistral.
Esta es una película rescatada de viejos archivos, cuya anterior versión solo apareció en formato VHS. Ha sido remasterizada y va acompañada de escenas y extras. 






FICHA TÉCNICA

Título Original: Dieu a bessoin des Hommes
Título en Español: Dios necesita hombres
País: Francia
Año: 1949
Director: Jean Delannoy
Asistente: Pierre Zimmer
Libreto y adaptación:
Jean Aurenche y Pierre Bost
A partir de la Novela de henri Queffeléc
Sonido: Jacques Carrére
Música: René Cloërec
Montaje: James Cuenet
Escenario: René Renoux
Idioma: Francés
Subtítulos: Español
Imagen: 16/9 Remasterizada
Sonido: Dolby 2.0
Actuaciones de:
Pierre Fresnay, madeleine Robinson,
Daniel Gélin, Daniel Ivernel,
Andrée Clément, Lucienne Bogaert,
Marcelle Géniat, Germain Kerjean,
Cécyl Marcyl, Charles Bouillaud,
Louise Andrés, Antoine Balpétré,
Jean Brochard, Jean Carmet,
Georges Cerf, Gérard Darrieu,
Marcel Dalitre, Jean Favre-Berlin,
René Genin, Jerome Goulven,
Jeanne Herviale, Pierre Latour,
Serge Lecointe, Henri Maik,
Christian Martaguet, Albert Michel,
Jean Pierre Mocky, Pierre Jaques Moncorbier,
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Formato. DVD
Región: ALL
Sistema: NTSC