jueves, 14 de octubre de 2010

EL GRAN SILENCIO


"No le reces a Dios mirando al cielo, ¡mira hacia adentro!
No busques a Dios lejos de ti, sino en tí mismo...

No le pidas a Dios lo que te falta: ¡búscalo tú mismo!, y Dios lo buscará contigo, porque ya te lo dio como promesa y como meta para que tú lo alcances...


No reproches a Dios por tu desgracia; ¡súfrela con Él! y Él sufrirá contigo; y si hay dos para un dolor, se sufre menos...

No le exijas a Dios que te gobierne a golpe de milagros desde afuera; ¡gobiérnate tú mismo! con responsable libertad, amando, y Dios te estará guiando ¡desde adentro y sin que sepas cómo!..

No le pidas a Dios que te responda cuando le hablas; ¡respóndele tú!, porque Él te habló primero; y si quieres seguir oyendo lo que falta escucha lo que ya te dijo...

No le pidas a Dios que te libere, desconociendo la libertad que ya te dió. ¡Anímate a vivir tu libertad! y sabrás que sólo fue posible porque tu Dios te quiere libre...

No le pidas a Dios que te ame, mientras tengas miedo de amar y de saberte amado. ¡Ámalo tú! y sabrás que si hay calor es porque hubo fuego, y que si tu puedes amar es porque Él te amó primero.

San Agustín 

Iniciamos este breve comentario con las palabras del gran San Agustín que nos remiten a lo mismo que este documental: el interior.
Philip Gröning es el director  de esta magnífica obra que tomó un camino de 16 años en los cuales conoció al padre superior del monasterio de la Grande Chartreuse, tiempo durante el cual se tejieron los lazos suficientes para emprender este bello proyecto.
Tomó cuatro meses filmar la vida cotidiana de los monjes cartujos  quienes pusieron algunas condiciones como fuera no filmar con luz artificial, respetar el silencio y no poner música al filme. El resultado lo podemos gustar al visualizar la película. 
Ganadora de varios premios, "El gran silencio" resulta ser una experiencia autentica y fiel de la vida monástica tradicional que tiene lugar en este y otros monasterios.



El silencio siempre nos remite al interior y a lo escencial. Es por eso que Nuestro Señor nos invita a entrar en la "habitación interior" para así poder encontrar a nuestro Padre.

El silencio tiene la virtud de mostrarnos cual espejo, el estado de nuestra alma y de nuestro corazón.
Alguien me dijo que no soportó ver esta película: "a los pocos minutos me puse de pie y me fui". Pregunté a esta persona del por qué. "No lo se, hay algo que me incomoda, falta acción, no pasa nada, me angustia esto..."



  Muchas veces ocurre que estamos sumidos en el mundanal ruido, no solamente el ruido físico de las ciudades, del tráfico, del metro, de la oficina o el lugar de trabajo, las conversaciones, muchas de ellas tan inútiles y estériles, otras tan cargadas de juicios o dobles sentidos... También está el ruido interior del "diálogo con nosotros mismos", todos estos ruidos que dejamos que nos invadan como dejamos que las actividades de todo tipo invadan nuestra agenda de manera que al final no tenemos tiempo para ser felices o reconocernos como bendecidos de Dios.
El ruido del mundo actúa en nuestro interior como una anestesia aplicada en el lugar y en el momento menos oportuno. Y tal vez inconscientemente, pero otras no pocas veces muy concientemente,  acogemos este ruido y hasta lo procuramos para apartar de nuestro corazón la angustia.
¿Cuál angustia...?
La de reconocernos marchando por un camino alejado del fin último, un camino que, por interesante que nos parezca, no termina de agotar nuestra sed de infinito.




Jesús asegura que nadie puede servir a dos amos, cierto que se refiere al dinero, pero no es excepción de la regla el mundo y el mismo demonio bajo cuyas seducciones podemos caer y hasta algunas veces sin oponer mayor resitencia. Por eso también afirma nuestro Maestro: "Allí donde está tu tesoro estará tu corazón".
Una vez más estamos ante la ineludible responsabilidad de la conversión. Cierto que es un don y una gracia concedida por Dios, pero si mi voluntad no es movida por esa gracia,  Dios no puede ir más allá con nosotros. 
Esto pone en evidencia el mal uso que puedo hacer de mi libertad

Esta película contiene una gracia singular. Si la vemos con el ánimo como el de aquel que recibe algo, les aseguro que entraremos en el espíritu de la oración y nos daremos cuenta que nuestra vida está tan llena de cosas inutiles y aunque estas no fueran malas, ciertamente son accesorias y nos distraen, nos alejan de lo que en verdad sí importa.

¿Qué es lo que en verdad importa en esta vida...?



 


Nuevamente recurro a san Agustin quien lo dice y enuncia perfectamente en "De Civitate Dei" :


“Dos amores fundaron, pues, dos ciudades, a saber: el amor propio hasta el desprecio de Dios, la terrena, y el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, la celestial”. (La ciudad de Dios, XVII, 115).



... Y todo resuena en el Corazón de nuestro Dios.
La pregunta se impone: "Y tú: ¿ciudadano de dónde eres...?"


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Dios habla. El no es un charlatán. Su Palabra es El Verbo, el mismo que habitó entre nosotros. 
Dice san Juan que El vino a los suyos pero los suyos no le recibieron. Pero a los que le recibieron les dio el ser hijos de Dios. 

Un corazón lleno de ruidos no tiene capacidad de escuchar, anda alborotado y como una veleta se torna de manera sensual y desenfrenada ante cualquier estímulo, venga este de dónde venga.
Su Santidad Juan Pablo II dice que el hombre ha perdido la conciencia del pecado. Es muy cierto, muy real, muy presente y muy lamentable.
¿Cómo puedo escuchar la voz de Dios si no procuro prestarle atención con mi oído interior?
¿Cómo escuchare la moción del Espíritu Santo y la voz de mi conciencia si vivo acallándola con todas las preocupaciones, proyectos y con toda esta imaginación a la que santa Teresa de Ávila llama con justicia "La loca de la casa...."?





Así pues queridos amigos, quedan todos cordialmente invitados a ver este filme que será de mucho provecho para vuestras almas.

Dice San Agustín: "Temo a Dios que pasa y no se queda" 
Posiblemente la Providencia Divina quiso que pasaras por este humilde blog y que leyeras estas líneas para que comprendas que es verdad que Jesucristo está a la puerta de tu corazón y llama y que su llamado es permanente porque nos queda camino por andar.
Teme entonces a Dios, que pasa y no se queda. Cuida de no estar en el lugar de las vírgenes necias de la parábola que no supieron reconocer la hora de su visitación por el descuido, por faltar del aceite que alimentara sus lámparas. Cuida no faltar del aceite del amor.
Teme herir el amor del Amor  y confía en Aquel que con seguridad viene a visitarte.



Señor, concédenos el don de la vigilancia y el silencio interior para poder reconocer tus pasos y encontrándote y teniéndote podamos decir con los discípulos de Emaús: "Quedate con nosotros que cae la noche..." 













Dirección y guión: Philip Gröning.
País:
Alemania.
Año: 2005.
Duración: 164 min.
Género: Documental.
Producción: Philip Gröning, Michael Weber, Andreas Pfäffli y Elda Guidinetti.
Música: Philip Gröning y Michael Busch.
Fotografía:
Philip Gröning.
Montaje: Philip Gröning.
Estreno en Alemania: 10 Nov. 2005.
Estreno en España: 24 Noviembre 2006.





SINOPSIS


"El gran silencio" muestra por primera vez el día a día dentro del Grande Chartreuse, el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la legendaria orden de los Cartujos. Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional. Cambian las estaciones, los elementos cotidianos se repiten. Una película que no representa un monasterio sino que lo muestra. Una película sobre la presencia absoluta, sobre unos hombres que entregaron su vida a Dios en su forma más pura: la contemplación. (La Butaca)