lunes, 13 de agosto de 2018

CUANDO EL HIJO DEL HOMBRE VUELVA, ¿HALLARÁ FE EN LA TIERRA?


Hoy hablaba por la mañana con un grupo de jóvenes adolescentes sobre el hecho que, a diferencia de la sociedad limeña de finales del siglo XVI, contexto en el que vivieron los santos peruanos como Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo y San Juan Masías, nos toca a nosotros vivir en un contexto muy diferente. Pero la pregunta es: ¿debemos vivir de manera diferente?
Estos santos peruanos a los que me refería escogieron una forma de vida. ¿Poseemos esa misma libertad para vivir esta intimidad con Dios?. Acepto que nos ha de resultar bastante más complicado, entre otras razones porque el entorno es enemigo de Dios, aun si algunas veces quiere aparentar otra cosa y se suma a esto que el hombre del siglo XXI es bastante más frágil que el de antaño porque la virtud es algo que pocos buscan con pasión.
Eso ha ocurrido porque nosotros lo hemos permitido, porque como dice el pobre de Asís, "El Amor no es amado", no hemos sabido amar al amor y le hemos despreciado repetidas veces.
 Sacar a Dios de la vida de nuestra sociedad y de la cultura no es un affaire del nuevo siglo. Como dijo san Pablo a los romanos nos dice hoy también a nosotros: "Queriendo hacerse sabios se volvieron necios".
Y nuestra "sabiduría" obtusa ha sido esa, querer ser libres de toda forma de autoridad paterna o Divina. Ser libres para hacer lo que nos place. Por tanto, henos aquí totalmente atiborrados del hartazgo del sin sentido de unas leyes que insultan la inteligencia más elemental y que nos enfrentan a la amarga experiencia de la negación de lo que nos es propio y más sagrado: lo humano.


Sin embargo, es posible ser libre si eso se quiere.
Los cristianos estamos llamados a la esperanza. Esa es nuestra vocación esencial, guardar siempre la esperanza en el Amor. Por eso, lo que he escrito líneas arriba no es sino la introducción de la proclamación de mi esperanza. No podemos esperar desde la ilusión, ni desde la mentira o las promesas humanas, por bellas que estas sean. Si esperamos es en Dios, por eso tenemos fe. Y porque creemos en alguien Todo poderoso y misericordioso es que podemos esperar en la humanidad porque si alguien quiere salvarse: ¿quién se lo impedirá? Todo está dado en Jesucristo para que lo que naturalmente nos es imposible, ahora lo sea desde la fe.
"Nadie ya podrá separarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Jesucristo"
Dicho esto, resulta un deber ocuparnos de nuestros hermanos los hombres, porque nosotros antes vivíamos sin esperanza y ahora la tenemos. ¿Cómo dejar a un niño abandonado a su suerte?
¿Cómo dejar a un ser humano sin anunciarle a Cristo?


En la lista de los sufrimientos que conoce la humanidad hay algunos que caben en el orden de lo espiritual. A inicios de este año se ha publicado una película documental que recoge el testimonio de uno de estos sufrimientos. La posesión demoníaca es una de las realidades más tristes que pueda padecer un ser humano. Gracias a Dios los casos son contados pero a causa de la imprudencia, la ignorancia y sobre todo la curiosidad de las personas puesta en lo oculto, estos casos aparecen en diferentes lugares del mundo.
El tema fue traido hace ya varios años por el cineasta americano William Friedkin, director de la conocida película "El exorcista".
Es muy interesante el documento que nos ofrece hoy como eco de su película primera, porque ha ido a buscar las respuestas a estos casos en la persona más autorizada para hablar de ello y lo ha hecho en un momento en que el padre Gabriel Amorth, exorcista del Vaticano y Roma, a sus avanzados 91 años se preparaba para dejar este mundo en agosto del año 2017.

                               

William Friedkin, director de la afamada película "El exorcista", después de varios años se interpela sobre el tema de las posesiones demoníacas y en esa búsqueda, sigue a un anciano sacerdote de 91 años, el padre Gabriel Amorth, que es un exorcista experimentado, con seguridad el más conocido en estos temas y el más autorizado por el Vaticano. Es así que viaja a un pequeño pueblo italiano donde el sacerdote practicará un exorcismo real a una atormentada mujer.
Este documental tendrá un valor solo para aquellos que lo abordan desde la fe. Un espíritu cartesiano está autoprogramado para negar este tipo de cosas a las que acusa de provenir de una mente fantasiosa, de la sugestión o del fanatismo religioso. Sin embargo, el demonio existe y el mal también.
Los científicos con la mejor voluntad del mundo, no pueden aportar respuestas sino científicas y por lo tanto y con todo derecho, solo pueden decir eso: "No sabemos"
Friedkin ha encontrado en el padre Amorth un exorcista muy diferente al de su película de antaño y queda claro que para él, Gabriel Amorth es un hombre santo, hombre de virtud, de tanta autoridad espiritual, la suficiente como para aplacar a los demonios y en un contexto tal, llevar la cosa con desenfado y hasta con mucho humor. Amorth le crítica a Friedkin con benevolencia algunos efectos especiales que alejan el tema verdadero de lo que presenta su película "el exorcista", sin embargo, aprueba el hecho que esa película ha puesto el tema nuevamente en vigencia.
¿Cómo el padre Amorth permite que se filme un exorcismo?, este sujeto resulta seguramente, por decir lo menos, polémico.
Sin embargo, el padre Amorth falleció el 2017, después de esta filmación y gracias a esta intuición Divina, él aún está aquí para mostrarlo.
"Si hay demonios entonces hay ángeles" concluye el director.
Pues sí, estas personas que sufren de esta desgarradora enfermedad espiritual han de esperar en Cristo y con ellas, nosotros también esperamos se manifieste el Señor a través del ministerio de la cura de almas de otros santos sacerdotes que tomen la posta que Gabriel Amorth ha dejado para los valientes de Dios.
Entonces la Iglesia podrá contestar como ayer, hoy tambien:
"Maranatha, ven Señor Jesús"
Título Original: The Devil and Father Amorth
Título en español: El demonio y el Padre Amorth
País: Estados Unidos
Año: 2017
Director: William Friedkin
Guión: William Friedkin y Mark Kemode
Música: Cristopher Rouse
Fotografía: William Friedkin, Robert Yeoman
y George Giaimo
Reparto: William Friedkin,
Gabriel Amorth, Robert Barron
y Peter Blatty
Duración: 70 minutos
Idioma: Inglés
Subtítulos: Español
Imagen: 16/9 HD
Sonido: 5.1 Dolby Stereo
Menú principal y de Escenas
Menú de Extras
Formato: DVD5
Región: ALL
Sistema: NTSC
 

martes, 7 de agosto de 2018

DE CÓMO EL CINE PUEDE SANAR EL ALMA


 

Las personas vemos cine por diferentes causas: para pasar un momento agradable, para admirar el arte de las actuaciones (si es que lo tiene, ya que siempre son mayoría aquellas producciones en las que este "savoir faire" está ausente). Hay otros que ven cine porque tienen esa costumbre y sin más observan, pasando muy de prisa frente al lenguaje de lo que el autor nos quiere decir.
Otros ven el cine como quien mira un espejo, tratando de encontrarse reflejado en alguno de los personajes y hay otros que no les gusta porque su sensibilidad les lleva a otras cosas.
El cine también puede llegar a convertirse en una droga, en el sentido que se puede caer en el error de utilizarlo para evadirse de la realidad, sumergiéndose en la melancolía, la ilusión y hasta la irresponsabilidad.
Personalmente creo que el cine, como toda forma de buen arte, es alimento para el alma que recorre nuestro ser de manera literal, porque pasando por nuestros sentidos y nuestra razón, puede tocar las cuerdas de nuestro ser espiritual hasta el punto de que el cuerpo es alcanzado a través de la risa, la sonrisa, las lagrimas, un erizamiento de la piel, la anamnésis de un olor o un sabor lejano de la infancia o ese nudo en la garganta que está contenido y que precede algunos de los síntomas anteriormente citados. Todo eso puede mover tu voluntad al  bien. Por eso hay un compromiso de todo el ser cuando se especta una película y por eso mismo es siempre un síntoma positivo cuando tenemos el buen hábito de discernir y escoger aquello que vemos, dónde lo vemos, para qué lo vemos y cómo lo vemos. En resumen, saber ver cine creo yo que consiste en captar los mensajes de las actuaciones para luego servirse de ello y ser el gran protagonista de su propia vida, una vida que no es estática sino dinámica, que cambia y que queremos que siga haciéndolo pero siempre para mejor.


Hoy comentaré brebemente esta magnífica pieza cinematográfica que ha sido llevada muchas veces a las tablas del teatro y que procede de una fuente literaria: la obra del escritor Ernest Thompson titulada como la misma película: "On Golden Pond" que en español es "En el Estanque Dorado"
Entre los varios elementos que aparecen en el desarrollo de la trama, he rescatado dos que son como caminos que van en paralelo y que están en dependencia por el lazo afectivo, aún si uno de ellos se percibe muy maltrecho por las heridas propias de la vida.
El primer camino es el de la pareja, Norman y Ethel, que son dos ancianos que viven esta etapa de sus vidas de forma muy distinta. Mientras que ella es jovial, vivaz y desbordante de alegría y entusiasmo, él es pesimista, malhumorado y sarcástico.
¿Qué se esconde detrás de estos comportamientos? En ella no mucho porque es extrovertida, vive en la confianza de que tiene todo lo necesario para ser feliz y por tanto lo es simplemente. En él, el temor a la muerte, la angustia de sentirse totalmente capaz de un millón de cosas desde la voluntad pero lo opuesto al momento de ejecutar el acto ya que su cuerpo no le acompaña. Como lo dice en algún momento: "Pero Ethel, si tu eres una anciana y yo soy una momia..!"


Esta actitud que lo condiciona fisicamente, lo limita mucho más desde lo emocional y psicológico. El experimenta la extrema vulnerabilidad que no le permite ser quien era antes. Frágil no se encuentra totalmente despojado ya que le corona el amor de una esposa generosa hasta el extremo.
Por otro lado, el segundo y escabroso camino es el de la relación padre-hija. Chelsea ha crecido entre estos dos padres cuyos afectos y pobrezas la han desequilibrado en cuanto al auto concepto.
Ella carga con el estigma de "la gordita", la que trata pero que no puede, la que no está a la altura de lo que se espera. 


Así, esta herida del padre que denota un cierto perfeccionismo y que, aunque la película no lo muestra, tiene su asiento en los que Norman niño habría vivido al nivel parental, son los responsables de este papá lleno de condiciones, de expectativas frustradas y de una fría distancia que bien no hace. 
Norman no ha recibido el amor simple y libre, claro y franco, sin aspavientos ni preámbulos... el es un viejo gruñón pero más es un niño herido, con miedo de ser amado y con miedo de amar, un miedo que se enraíza en no saber cómo se ha de amar a una hija.

Pero... ¿Y cómo puede amar a su esposa? 
Ethel es amable desde todo punto de vista, ella conoce a su marido como la palma de su mano, conoce su lenguaje. Sabe que detrás de un gruñido esconde un miedo y sabe también que una cruel ironía esconde un "te amo pero no sé cómo decirlo". En pocas palabras, ella lo ama y lo acepta como es sin querer cambiarlo, ella lo hace todo fácil.


Una frase sencilla pero a la vez profundísima nos habla del amor de ella por su anciano esposo: "¿SabesNorman?, eres el hombre más encantador de la tierra. Pero yo soy la única que lo sabe".

Pero la hija no puede ser libre frente al padre porque no conoce su intrincado lenguaje, no tiene acceso a él porque lo quiere cambiar, lo juzga y espera que sea él que se muestre distinto, idealmente papá, atrapada sin remedio en el pasado.
Esa espera es profundamente decepcionante porque se espera desde la ilusión que no es lo mismo que la esperanza.
La película lo dice indirectamente, no es por nada que Chelsea fracasó en su primer compromiso y aparece en escena con un dentista que es su nueva relación de la cual el padre duda mucho.

Lo que se dice y no se dice marca a las personas. "Cuando estoy en la ciudad soy yo misma y nada me lo impide. Pero cuando vengo aquí, al lado de Norman, vuelvo a ser la gordita..."
Las palabras de los padres a los hijos han de ser palabras de vida, pero producto de haber sido heridos, algunas veces pueden convertirse en crueles saetas que se clavan en el corazón de aquellos que paradojicamente son los que más amamos.


Es necesario un gran perdón y una aceptación por parte de ambos. es indispensable reconocer que el pasado ya no se puede volver a transcurrir, pero que desde el presente podemos tomar un camino diferente.

No quiero comentar más, la película tiene muchos más detalles que invito a que cada uno los pueda ir descubriendo y que no son poca cosa cuando de lo que se trata es de valorar la humanidad de los personajes.

Que todos podamos reconciliarnos con nuestras propias historias y que no dilatemos mucho el tiempo en el que podamos decir "perdóname". Nadie merece vivir una vejez en la soledad y la amargura, sin embargo, la falta de perdón dado y recibido es el gran obstáculo para que el alma pueda sanar.



Ethel y Norman Thayer son un anciano matrimonio que pasa sus vacaciones en un paradisíaco lugar: "el Estanque Dorado". Norman, un hombre muy activo, soporta muy mal las limitaciones de la vejez y la cercanía de la muerte. Inesperadamente, llega de visita Chelsea, la hija de los Thayer, que siempre ha mantenido unas relaciones muy tensas con su padre.
No en vano esta película ha alcanzado 3 premios Oscar, las actuaciones de sus protagonistas son magníficas.
El tema gira en torno a dos sujetos muy importantes: el sentido existencial visto desde el otoño de la vida y lo fundamental que es el amor en las relaciones de familia. La película no idealiza ninguno de estos dos aspectos, por un lado, siempre resulta doloroso para todos ver que el cuerpo "no acompaña con el mismo entusiasmo" al alma que es eterna, y claro está, para algunos como Norman, esto es más insufrible que para otros. Pareja feliz que, a pesar de los temores y achaques del esposo se beneficia de un frescor y un entusiasmo siempre presente por parte del alma de la cabaña: Ethel. Ese amor que ha viajado por el tiempo venciendo muchos obstáculos, aún debe sortear uno que es muy doloroso: la relación del padre con la hija.
Esto hace muy humana y profunda esta historia y nos lleva a considerar que, si bien es cierto una vida perfecta solo se tendrá en la eternidad, por de pronto, la aceptación de nuestros límites, nuestros fantasmas del pasado, las heridas que se resisten a curar y todo lo que nos supone ocasión de sufrir, debe pasar por el crisol del perdón, un perdón a los demás, pero sobre todo un perdón a sí mismo.




Título Original: On Golden Pond
Título en Español: En el Estanque Dorado
Año: 1981
Duración: 110 minutos aprox.
País: USA
Director: Mark Rydell
Guión: Ernest Thompson (de su novela)
Música: Dave Grusin
Fotografía: Bill Williams
Actuaciones de:
Henry Fonda, Katherine Hepburn, Jane Fonda, Doug McKeon, Dabney Coleman y William Lanteau
Idiomas: Español e Inglés
Subtítulos: Español
Menú Principal dinámico
Menú de Escenas, Idiomas y Extras
Formato: DVD5
Región: ALL
Sistema: NTSC