¡VIVA CRISTO REY!
Desde el inicio del cristianismo la Iglesia ha sufrido persecución. Eso es conocido por todos y hasta el Edicto de Milán, el martirio, siendo en sí mismo una gracia extraordinaria por la que los creyentes testimonian de su fe y amor por Cristo, era algo frecuente en la vida de la Iglesia. Luego, la fe cristiana aportó a la civilización occidental y también a parte de la oriental, un sello particular. Desde Bizancio hasta después de la caída del Imperio Romano de Occidente y más adelante en lo que será la Edad media, mejor llamada "La Cristiandad", el mundo conoció una época de oro, no solamente en lo artístico y cultural sino también en el orden social y sobre todo moral y trascendente. Era una sociedad en la que todos los bienes que se lograban y aquellos a los que se aspiraban estaban ordenados al fin último o el bien supremo que es Dios.
Han pasado muchos años desde entonces y la historia de los hombres es tejida de diferentes capítulos en los que leemos las ansias de todas esas generaciones de seres humanos que buscan, aunque por caminos distintos, lo mismo: la felicidad. En la sociedad del mundo Dios ha sido destronado y en su lugar se yergue el hombre como el centro. El tiempo de los racionalistas y los anticlericales procuró nuevamente y en distintos lugares eliminar la fe de las conciencias humanas.
En México, allá por el año de 1920 se desató la más feroz persecución contra la Iglesia Católica por parte de un gobierno anticlerical. Un gobierno compuesto por masones que abiertamente cambiaron la constitución de ese país y dieron leyes que buscaban arrancar la fe del pueblo cristiano.
Es así que surge un movimiento de resistencia que fue conocido como "Los Cristeros", compuestos por hombres y mujeres de todas las condiciones sociales, especialmente gente pobre del campesinado rural, para quienes el gran tesoro era su fe, la fe que había llegado a América y que fue proclamada no solamente por hombres extranjeros sino por la misma Madre de Dios, la Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe. No son pocos los historiadores que aseguran que de no haber sido por aquel signo aparecido en el Tepeyac, la Evangelización de México, centroamerica y todo el continente, hubiera sido una empresa imposible de alcanzar.
Esta fue una guerra cruenta, guerra desigual en muchos aspectos, pero fue también la ocasión de demostrar que "la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos". Lo ocurrido en México por aquellos años ha sido perversamente escondido y ocultado. Uno podría entender que se hiciera por vergüenza de tal abuso pero no fue ni es así. El motivo del ocultamiento de esta parte de la historia del pueblo mexicano es simple y llanamente porque es una historia católica, de coraje y de fe inigualable que pone en evidencia el abuso y la irracionalidad de estas persecuciones contra la fe.
Al presente, aunque las intenciones aparezcan un tanto solapadas, son igualmente de agresivas y apuntan a destruir la fe en el corazón del hombre. Todo esta "astuta y perversamente orquestado" por el mismo enemigo. Esta maquinación del anticristo que es la organización internacional masónica se manifiesta a través de sendas representaciones en las diferentes facciones y esferas políticas de cada uno de los países del mundo y cómo no, también en el foro mundial de las Naciones Unidas. Ese lugar que nació para luchar contra la barbaridad del genocidio, la guerra y el abuso contra la persona humana, es hoy el lugar donde se promueve los millones de abortos que ocurren en el mundo, la tribuna desde donde se piensa y planea cómo alcanzar la destrucción de la familia a través de las políticas de esterilización y contracepción y también desde donde se promueve la aberración de la "ideología del género" y todo ello afirma la veracidad de la profesía dictada por el Apóstol:
"También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos
peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros,
vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos,
impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes,
crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados,
amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de
piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita. Porque de éstos
son los que se meten en las casas y llevan cautivas a las mujercillas cargadas
de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias. Estas siempre
están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. Y
de la manera que Janes y Jambres resistieron a Moisés, así también éstos resisten a la verdad; hombres
corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe. Mas no irán más
adelante; porque su insensatez será manifiesta a todos, como también lo fue la
de aquéllos. Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe,
longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los
que me sobrevinieron en Antioquía, en
Iconio en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas
me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir
piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos
hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo
engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste,
sabiendo de quién has aprendido" II Tim 3,1-14
No podemos desconocer estas cosas y simultaneamente al amar la fe debemos estar abiertos a pedir a Dios la aumente en nosotros al punto que poseyéndola no solo la amemos y la hagamos amar a otros sino que la defendamos como el Tesoro del que habla la parábola del Evangelio, por el cual no dudaríamos en entregar todo lo que tenemos para adquirirlo, aun la propia vida.
Guadalajara
La pregunta de una buena parte del millón trescientos mil mexicanos que han acudido a ver Cristiada (For Greater Glory) durante los cinco fines de semana que la cinta se mantuvo en cartelera ha sido: ¿por qué nunca nos han hablado de estas cosas? Y es que, efectivamente, durante años fue una historia que pocos se atrevían a contar, tanto por el interés de los gobiernos procedentes del perseguidor Calles en sepultar una página de vergüenza y de sangre, como por la imposibilidad de los agraviados de encontrar justicia, que los llevó más bien a mantener en el olvido lo ocurrido antes, en y después de la inhumana guerra cristera.
La trama se centra en la causa de la guerra: un marco legal que asfixiaba hasta tal punto la práctica de la religión, que llevó a los obispos a indicar que, mientras subsistieran esas leyes y, especialmente la llamada Ley Calles, los sacerdotes no estaban en condiciones de ejercitar su ministerio, pues hacerlo sería tanto como ponerse a las órdenes del Estado. Esto habría de ocurrir a partir del 1 de agosto de 1926.
Soldados de ideal
Ante la suspensión del culto, profesionistas, pequeños comerciantes, obreros y, sobre todo, campesinos, una vez que habían agotado todos los recursos legales y pacíficos, no vieron otra salida que la opción de las armas.
Poco a poco se fueron multiplicando los grupos de espontáneos que, sin coordinación alguna todavía, combatían al ejército opresor: “soldados de ideal, más que de oficio” los calificaría una revista contemporánea al levantamiento.
A un año de haberse iniciado el movimiento de defensa armada, una asociación cívica nacida para defender la libertad religiosa, la Liga, había de proveer al movimiento de un estratega que les diera cohesión: el general Enrique Gorostieta, militar en retiro que acepta, por un sueldo, encabezar a los levantados.
El final de la guerra
La cinta consigue, a través de Andy García, rescatar del olvido la figura de Gorostieta y poner de relieve su insustituible participación en el conflicto armado. Quizá algunos hubiesen preferido que no se utilizara el nombre de personajes reales, pero, por más que existan opiniones encontradas en torno a las licencias cinematográficas con las que se cuenta esta trama, hay una gran coincidencia en que la ambientación general y los rasgos de los personajes principales respetan bastante la realidad histórica. También se consigue reflejar adecuadamente la participación de las mujeres en el aprovisionamiento militar. Sin embargo, para aquellos que la han visto permanece la duda: ¿qué pasó después de la muerte del general en 1929? ¿Quién ganó la guerra?
Más difícil de contar, sobre todo en una película, sería la parte siguiente: el gobierno ofreció no aplicar la legislación anticlerical, los templos se reabrieron al culto, los cristeros entregaron las armas y, a partir de ese momento, el gobierno llevó a cabo una matanza selectiva aniquilando a casi todos los que habían ostentado algún cargo militar, las leyes en algunas regiones del país se tornaron todavía más restrictivas que antes de la guerra, una profunda desilusión embargó a muchos mexicanos que se vieron traicionados.
Los obispos, después de tres años de una guerra que había desangrado una buena parte del territorio nacional y alejado a los sacerdotes de su actividad pastoral ordinaria, hicieron de su parte todo lo posible para que no resurgiera otro levantamiento armado que, sin embargo, en una escala mucho menor, habría de revivirse con poco éxito en algunos estados de la República.
Una página de historia silenciada
El balance final de la película parece positivo: cientos de miles de mexicanos se han acercado a una página de su historia antes desconocida, y al ejemplo de gente corriente, que es capaz de luchar por la defensa de derechos que considera irrenunciables, al grado de poner en riesgo su vida. A esto quizá habría que añadir algo que no para todos es una virtud: su tono hollywoodesco que, al menos, impide que decaiga el interés del auditorio.
Queda mucho todavía por conocer de esta etapa de persecución que arrojó una cantidad tan grande de muertos, dos terceras partes de ellos pertenecientes a la población civil y que, por lo mismo, más que víctimas de la guerra fueron masacrados por el ejército federal en represalia porque de sus ciudades o aldeas se habían engrosado las filas cristeras.
También falta revalorar el papel del Vaticano para denunciar ante la opinión pública mundial las atrocidades que se estaban viviendo en México. Una persecución –diría Pío XI en su encíclica Iniquis afflictisque– “tal que ni en los primeros tiempos de la Iglesia ni en los tiempos sucesivos los cristianos fueron tratados en un modo más cruel”. Si no hubiera sido por esta encíclica, aparecida en los meses que arreciaba la persecución, y por cientos de artículos publicados en una sección fija de L’Osservatore Romano durante estos años, posiblemente el gobierno de Plutarco Elías Calles y sus sucesores hubieran conseguido su labor de confinamiento y exterminio de la práctica religiosa sin que apenas hubiera intervenido la comunidad internacional.
Finalmente, habrá que considerar también el impacto que pueda tener en el público de Estados Unidos For Greater Glory, estrenada allí el 1 de junio, al dar a conocer en toda su crudeza la represión sufrida por un pueblo vecino ante la complacencia, quizá mejor llamarla complicidad, de las más altas autoridades norteamericanas de entonces.
Guadalajara
La pregunta de una buena parte del millón trescientos mil mexicanos que han acudido a ver Cristiada (For Greater Glory) durante los cinco fines de semana que la cinta se mantuvo en cartelera ha sido: ¿por qué nunca nos han hablado de estas cosas? Y es que, efectivamente, durante años fue una historia que pocos se atrevían a contar, tanto por el interés de los gobiernos procedentes del perseguidor Calles en sepultar una página de vergüenza y de sangre, como por la imposibilidad de los agraviados de encontrar justicia, que los llevó más bien a mantener en el olvido lo ocurrido antes, en y después de la inhumana guerra cristera.
La película ha redirigido la memoria histórica hacia hechos por
largo tiempo ignorados
En 1985, después de casi sesenta años de su inicio, por primera vez una
fuente oficial reconoció la magnitud de lo ocurrido: “No olvidemos –diría el
presidente Miguel de la Madrid en su informe de gobierno– que aún en los años
veinte 200.000 mexicanos perdieron la vida en una guerra religiosa”. Ahora, la
película en cuestión ha redirigido la memoria histórica hacia hechos por tanto
tiempo ignorados.La trama se centra en la causa de la guerra: un marco legal que asfixiaba hasta tal punto la práctica de la religión, que llevó a los obispos a indicar que, mientras subsistieran esas leyes y, especialmente la llamada Ley Calles, los sacerdotes no estaban en condiciones de ejercitar su ministerio, pues hacerlo sería tanto como ponerse a las órdenes del Estado. Esto habría de ocurrir a partir del 1 de agosto de 1926.
Soldados de ideal
Ante la suspensión del culto, profesionistas, pequeños comerciantes, obreros y, sobre todo, campesinos, una vez que habían agotado todos los recursos legales y pacíficos, no vieron otra salida que la opción de las armas.
Poco a poco se fueron multiplicando los grupos de espontáneos que, sin coordinación alguna todavía, combatían al ejército opresor: “soldados de ideal, más que de oficio” los calificaría una revista contemporánea al levantamiento.
A un año de haberse iniciado el movimiento de defensa armada, una asociación cívica nacida para defender la libertad religiosa, la Liga, había de proveer al movimiento de un estratega que les diera cohesión: el general Enrique Gorostieta, militar en retiro que acepta, por un sueldo, encabezar a los levantados.
“Cristiada” consigue reflejar adecuadamente la participación de
las mujeres en el aprovisionamiento militar de los cristeros
En muy poco tiempo, Gorostieta hizo de ejércitos volátiles verdaderas
unidades militares capaces de cumplir misiones específicas; un ejército
disciplinado y obediente con el que se podía contar para el desarrollo de una
lenta, pero constante campaña contra el gobierno de Calles. En los lugares
ocupados por el ejército libertador –casi siempre solo de manera temporal–,
privaba la más estricta disciplina y un gran respeto por las personas y sus
propiedades. En la mayoría de los pueblos, la entrada del ejército cristero
constituía un verdadero de día de fiesta.El final de la guerra
La cinta consigue, a través de Andy García, rescatar del olvido la figura de Gorostieta y poner de relieve su insustituible participación en el conflicto armado. Quizá algunos hubiesen preferido que no se utilizara el nombre de personajes reales, pero, por más que existan opiniones encontradas en torno a las licencias cinematográficas con las que se cuenta esta trama, hay una gran coincidencia en que la ambientación general y los rasgos de los personajes principales respetan bastante la realidad histórica. También se consigue reflejar adecuadamente la participación de las mujeres en el aprovisionamiento militar. Sin embargo, para aquellos que la han visto permanece la duda: ¿qué pasó después de la muerte del general en 1929? ¿Quién ganó la guerra?
Más difícil de contar, sobre todo en una película, sería la parte siguiente: el gobierno ofreció no aplicar la legislación anticlerical, los templos se reabrieron al culto, los cristeros entregaron las armas y, a partir de ese momento, el gobierno llevó a cabo una matanza selectiva aniquilando a casi todos los que habían ostentado algún cargo militar, las leyes en algunas regiones del país se tornaron todavía más restrictivas que antes de la guerra, una profunda desilusión embargó a muchos mexicanos que se vieron traicionados.
Los obispos, después de tres años de una guerra que había desangrado una buena parte del territorio nacional y alejado a los sacerdotes de su actividad pastoral ordinaria, hicieron de su parte todo lo posible para que no resurgiera otro levantamiento armado que, sin embargo, en una escala mucho menor, habría de revivirse con poco éxito en algunos estados de la República.
Una página de historia silenciada
El balance final de la película parece positivo: cientos de miles de mexicanos se han acercado a una página de su historia antes desconocida, y al ejemplo de gente corriente, que es capaz de luchar por la defensa de derechos que considera irrenunciables, al grado de poner en riesgo su vida. A esto quizá habría que añadir algo que no para todos es una virtud: su tono hollywoodesco que, al menos, impide que decaiga el interés del auditorio.
Queda mucho todavía por conocer de esta etapa de persecución que arrojó una cantidad tan grande de muertos, dos terceras partes de ellos pertenecientes a la población civil y que, por lo mismo, más que víctimas de la guerra fueron masacrados por el ejército federal en represalia porque de sus ciudades o aldeas se habían engrosado las filas cristeras.
También falta revalorar el papel del Vaticano para denunciar ante la opinión pública mundial las atrocidades que se estaban viviendo en México. Una persecución –diría Pío XI en su encíclica Iniquis afflictisque– “tal que ni en los primeros tiempos de la Iglesia ni en los tiempos sucesivos los cristianos fueron tratados en un modo más cruel”. Si no hubiera sido por esta encíclica, aparecida en los meses que arreciaba la persecución, y por cientos de artículos publicados en una sección fija de L’Osservatore Romano durante estos años, posiblemente el gobierno de Plutarco Elías Calles y sus sucesores hubieran conseguido su labor de confinamiento y exterminio de la práctica religiosa sin que apenas hubiera intervenido la comunidad internacional.
Finalmente, habrá que considerar también el impacto que pueda tener en el público de Estados Unidos For Greater Glory, estrenada allí el 1 de junio, al dar a conocer en toda su crudeza la represión sufrida por un pueblo vecino ante la complacencia, quizá mejor llamarla complicidad, de las más altas autoridades norteamericanas de entonces.
Juan González Morfín es autor de
Murieron por sus creencias. La guerra cristera: hitos y mitos (Panorama, 2012)
y otros cuatro libros sobre los cristeros.
Murieron por sus creencias. La guerra cristera: hitos y mitos (Panorama, 2012)
y otros cuatro libros sobre los cristeros.
SINÓPSIS
Basada en hechos históricos, la cinta cuenta «la Guerra Cristera» que se
extendió de 1926 a 1929 cuando el gobierno mexicano intentó limitar la
participación de la Iglesia católica en la vida cívica y política del país, lo
que derivó en una cruenta lucha, especialmente en estados del interior.
Los soldados revolucionarios, ante la costumbre de sus oponentes campesinos de llevar cruces al cuello y de gritar "Viva Cristo Rey", empezaron a denominarles despectivamente: "cristeros". Los campesinos cristeros realizaron lo que se denominó “La última Cruzada de Occidente” al enfrentarse en el campo de batalla al Estado mexicano, profundamente anticlerical e iniciador de una persecución religiosa sin precedentes en América.
Los soldados revolucionarios, ante la costumbre de sus oponentes campesinos de llevar cruces al cuello y de gritar "Viva Cristo Rey", empezaron a denominarles despectivamente: "cristeros". Los campesinos cristeros realizaron lo que se denominó “La última Cruzada de Occidente” al enfrentarse en el campo de batalla al Estado mexicano, profundamente anticlerical e iniciador de una persecución religiosa sin precedentes en América.
CARACTERÍSTICAS DEL DVD
Título original: For Greater Glory
Título en Español: Cristiada
País: México
Año: 2012
Director: Dean Wright
Protagonizan: Peter O’toole, Andy García, Eva Longoria,
Eduardo Verástegui, Adrián Alonso, Rubén Blades,
Bruce McGill, Oscar Isaac, Bruce Greenwood,.
Guión: Michael Love
Genero: Drama / Histórica / Guerra
Idioma: Ingles
Subtítulos. Español
Clasificación: B
Duración: 143 minutos
Menú principal
Título original: For Greater Glory
Título en Español: Cristiada
País: México
Año: 2012
Director: Dean Wright
Protagonizan: Peter O’toole, Andy García, Eva Longoria,
Eduardo Verástegui, Adrián Alonso, Rubén Blades,
Bruce McGill, Oscar Isaac, Bruce Greenwood,.
Guión: Michael Love
Genero: Drama / Histórica / Guerra
Idioma: Ingles
Subtítulos. Español
Clasificación: B
Duración: 143 minutos
Menú principal
Menú de Escenas
Material Adicional
Documental "Los Cristeros"
Trailers de otras películas
Formato: DVD5
Región: ALL