Las personas vemos cine por diferentes causas: para pasar un momento agradable, para admirar el arte de las actuaciones (si es que lo tiene, ya que siempre son mayoría aquellas producciones en las que este "savoir faire" está ausente). Hay otros que ven cine porque tienen esa costumbre y sin más observan, pasando muy de prisa frente al lenguaje de lo que el autor nos quiere decir.
Otros ven el cine como quien mira un espejo, tratando de encontrarse reflejado en alguno de los personajes y hay otros que no les gusta porque su sensibilidad les lleva a otras cosas.
El cine también puede llegar a convertirse en una droga, en el sentido que se puede caer en el error de utilizarlo para evadirse de la realidad, sumergiéndose en la melancolía, la ilusión y hasta la irresponsabilidad.
Personalmente creo que el cine, como toda forma de buen arte, es alimento para el alma que recorre nuestro ser de manera literal, porque pasando por nuestros sentidos y nuestra razón, puede tocar las cuerdas de nuestro ser espiritual hasta el punto de que el cuerpo es alcanzado a través de la risa, la sonrisa, las lagrimas, un erizamiento de la piel, la anamnésis de un olor o un sabor lejano de la infancia o ese nudo en la garganta que está contenido y que precede algunos de los síntomas anteriormente citados. Todo eso puede mover tu voluntad al bien. Por eso hay un compromiso de todo el ser cuando se especta una película y por eso mismo es siempre un síntoma positivo cuando tenemos el buen hábito de discernir y escoger aquello que vemos, dónde lo vemos, para qué lo vemos y cómo lo vemos. En resumen, saber ver cine creo yo que consiste en captar los mensajes de las actuaciones para luego servirse de ello y ser el gran protagonista de su propia vida, una vida que no es estática sino dinámica, que cambia y que queremos que siga haciéndolo pero siempre para mejor.
Hoy comentaré brebemente esta magnífica pieza cinematográfica que ha sido llevada muchas veces a las tablas del teatro y que procede de una fuente literaria: la obra del escritor Ernest Thompson titulada como la misma película: "On Golden Pond" que en español es "En el Estanque Dorado"
Entre los varios elementos que aparecen en el desarrollo de la trama, he rescatado dos que son como caminos que van en paralelo y que están en dependencia por el lazo afectivo, aún si uno de ellos se percibe muy maltrecho por las heridas propias de la vida.
El primer camino es el de la pareja, Norman y Ethel, que son dos ancianos que viven esta etapa de sus vidas de forma muy distinta. Mientras que ella es jovial, vivaz y desbordante de alegría y entusiasmo, él es pesimista, malhumorado y sarcástico.
¿Qué se esconde detrás de estos comportamientos? En ella no mucho porque es extrovertida, vive en la confianza de que tiene todo lo necesario para ser feliz y por tanto lo es simplemente. En él, el temor a la muerte, la angustia de sentirse totalmente capaz de un millón de cosas desde la voluntad pero lo opuesto al momento de ejecutar el acto ya que su cuerpo no le acompaña. Como lo dice en algún momento: "Pero Ethel, si tu eres una anciana y yo soy una momia..!"
Esta actitud que lo condiciona fisicamente, lo limita mucho más desde lo emocional y psicológico. El experimenta la extrema vulnerabilidad que no le permite ser quien era antes. Frágil no se encuentra totalmente despojado ya que le corona el amor de una esposa generosa hasta el extremo.
Por otro lado, el segundo y escabroso camino es el de la relación padre-hija. Chelsea ha crecido entre estos dos padres cuyos afectos y pobrezas la han desequilibrado en cuanto al auto concepto.
Ella carga con el estigma de "la gordita", la que trata pero que no puede, la que no está a la altura de lo que se espera.
Así, esta herida del padre que denota un cierto perfeccionismo y que, aunque la película no lo muestra, tiene su asiento en los que Norman niño habría vivido al nivel parental, son los responsables de este papá lleno de condiciones, de expectativas frustradas y de una fría distancia que bien no hace.
Norman no ha recibido el amor simple y libre, claro y franco, sin aspavientos ni preámbulos... el es un viejo gruñón pero más es un niño herido, con miedo de ser amado y con miedo de amar, un miedo que se enraíza en no saber cómo se ha de amar a una hija.
Pero... ¿Y cómo puede amar a su esposa?
Ethel es amable desde todo punto de vista, ella conoce a su marido como la palma de su mano, conoce su lenguaje. Sabe que detrás de un gruñido esconde un miedo y sabe también que una cruel ironía esconde un "te amo pero no sé cómo decirlo". En pocas palabras, ella lo ama y lo acepta como es sin querer cambiarlo, ella lo hace todo fácil.
Una frase sencilla pero a la vez profundísima nos habla del amor de ella por su anciano esposo: "¿SabesNorman?, eres el hombre más encantador de la tierra. Pero yo soy la única que lo sabe".
Pero la hija no puede ser libre frente al padre porque no conoce su intrincado lenguaje, no tiene acceso a él porque lo quiere cambiar, lo juzga y espera que sea él que se muestre distinto, idealmente papá, atrapada sin remedio en el pasado.
Esa espera es profundamente decepcionante porque se espera desde la ilusión que no es lo mismo que la esperanza.
La película lo dice indirectamente, no es por nada que Chelsea fracasó en su primer compromiso y aparece en escena con un dentista que es su nueva relación de la cual el padre duda mucho.
Lo que se dice y no se dice marca a las personas. "Cuando estoy en la ciudad soy yo misma y nada me lo impide. Pero cuando vengo aquí, al lado de Norman, vuelvo a ser la gordita..."
Las palabras de los padres a los hijos han de ser palabras de vida, pero producto de haber sido heridos, algunas veces pueden convertirse en crueles saetas que se clavan en el corazón de aquellos que paradojicamente son los que más amamos.
Es necesario un gran perdón y una aceptación por parte de ambos. es indispensable reconocer que el pasado ya no se puede volver a transcurrir, pero que desde el presente podemos tomar un camino diferente.
No quiero comentar más, la película tiene muchos más detalles que invito a que cada uno los pueda ir descubriendo y que no son poca cosa cuando de lo que se trata es de valorar la humanidad de los personajes.
Que todos podamos reconciliarnos con nuestras propias historias y que no dilatemos mucho el tiempo en el que podamos decir "perdóname". Nadie merece vivir una vejez en la soledad y la amargura, sin embargo, la falta de perdón dado y recibido es el gran obstáculo para que el alma pueda sanar.
Ethel y Norman Thayer son un anciano matrimonio que pasa sus vacaciones en un paradisíaco lugar: "el Estanque Dorado". Norman, un hombre muy activo, soporta muy mal las limitaciones de la vejez y la cercanía de la muerte. Inesperadamente, llega de visita Chelsea, la hija de los Thayer, que siempre ha mantenido unas relaciones muy tensas con su padre.
No en vano esta película ha alcanzado 3 premios Oscar, las actuaciones de sus protagonistas son magníficas.
El tema gira en torno a dos sujetos muy importantes: el sentido existencial visto desde el otoño de la vida y lo fundamental que es el amor en las relaciones de familia. La película no idealiza ninguno de estos dos aspectos, por un lado, siempre resulta doloroso para todos ver que el cuerpo "no acompaña con el mismo entusiasmo" al alma que es eterna, y claro está, para algunos como Norman, esto es más insufrible que para otros. Pareja feliz que, a pesar de los temores y achaques del esposo se beneficia de un frescor y un entusiasmo siempre presente por parte del alma de la cabaña: Ethel. Ese amor que ha viajado por el tiempo venciendo muchos obstáculos, aún debe sortear uno que es muy doloroso: la relación del padre con la hija.
Esto hace muy humana y profunda esta historia y nos lleva a considerar que, si bien es cierto una vida perfecta solo se tendrá en la eternidad, por de pronto, la aceptación de nuestros límites, nuestros fantasmas del pasado, las heridas que se resisten a curar y todo lo que nos supone ocasión de sufrir, debe pasar por el crisol del perdón, un perdón a los demás, pero sobre todo un perdón a sí mismo.
Título Original: On Golden Pond
Título en Español: En el Estanque Dorado
Año: 1981
Duración: 110 minutos aprox.
País: USA
Director: Mark Rydell
Guión: Ernest Thompson (de su novela)
Música: Dave Grusin
Fotografía: Bill Williams
Actuaciones de:
Henry Fonda, Katherine Hepburn, Jane Fonda, Doug McKeon, Dabney Coleman y William Lanteau
Idiomas: Español e Inglés
Subtítulos: Español
Menú Principal dinámico
Menú de Escenas, Idiomas y Extras
Formato: DVD5
Región: ALL
Sistema: NTSC
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