jueves, 3 de junio de 2010
























OSTROV - LA ISLA

Quedé gratamente sorprendido y muy edificado al ver esta película Rusa que sencillamente se sale de lo común. Esta es una película completamente ESPIRITUAL. Acompañada por un gélido pero bello paisaje de una isla retirada en la Siberia, el director de este filme, Pavel Lugin, tuvo la feliz idea de recoger esta historia que, para información del lector, está muy cerca de la realidad. No me consta que el argumento se base en una historia real, pero la tradición cristiana ya desde antiguo nos habla de estos padres anacoretas, verdaderamente Cristoforos, totalmente poseidos por el Espíritu Santo y que desbordan una sabiduría que en apariencia raya con la locura.

El padre Anatoly es un monje chiflado. Ha escogido en lugar de vivir en el monasterio junto con la comunidad religiosa, vivir en la bodega donde se almacena el carbón para calefaccionar el monasterio. Es difícil para los monjes entender al padre Anatoly. Pasa la jornada recolectando carbón y va y viene en viajes interminables para almacenar el producto. Gentes de lugares lejanos vienen a buscar a un santo cuyo "secretario" es Anatoly. El tiene un extraño comportamiento, cuando va al oficio no ora frente al altar o cara a los íconos sino que ora de costado o en lugar de orar silva o hace ruidos extraños. Pone en aprietos a sus hermanos en la fe, les hace bromas pesadas y parece que se burla de ellos...
Lo cierto es que nadie ha comprendido que está locura voluntaria y humilde esconde a un gran penitente y a un gran santo. Taumaturgo, profeta, exorcista, hombre de Dios, clarividente, poseedor de la palabra de conocimiento, carisma como el que tuviera el santo Cura de Ars o el padre Pío de Pietrelcina, este monje peculiar es portador de una sabiduría que no puede ser sino Divina.
¿Qué es lo que atrae al Espíritu Santo al punto que se precipita sobre tan singular personaje...?
Anatoly carga con una cruz, un pecado de su juventud, un hecho que no se borra de la mente de nuestro monje y que le provoca día a día a orar con el salmista: "Tengo siempre presente mi pecado, contra tí, contra tí solo pequé. Lo que es malo a tus ojos yo lo hice. pecador me concibió mi madre. Te gusta un corazón sincero, renuevame con espíritu firme. Oh Dios, crea en mi un corazón puro, no me alejes de tu Rostro, no me quites tu Santo Espíritu".


Son pocas las películas que he visto, por no decir que es la primera, en la que el personaje toma tiempo para orar y lo hace generosamente. Ciertamente "es un lujo" que el cine occidental no se permite.

Les invito vivamente a procurar ver esta película. Será de total provecho para vuestras almas.
Hay algunas situaciones muy absurdas que no las detallo. Solamente les doy como clave el versículo del Apóstol: "La sabiduría de Dios es locura y necedad para el mundo"

Tanto la conversión como el arrepentimiento son regalos de Dios. No creceremos en santidad sino pedimos al Señor recibir el don del Temor de Dios. El que alguna vez derramó lagrimas amargas por sus pecados sabe bien que esa es una tristeza que nos purifica.
Toda tristeza, o viene del demonio o viene del mundo o la carne, nunca jamás de Dios.
Hay una sola tristeza que viene de lo alto y es el arrepentimiento, la conpunción, el dolor de los pecados. Quien ha derramado estas lágrimas sabe que este es un dolor gozoso que nos hace más humildes, es decir, que nos pone de frente con la realidad de nuestra pequeñez y que nos invita a marchar por un camino nuevo que es el de la infancia espiritual. Esto es lo que nos propone Teresita del Niño Jesús y de la Santa faz.

Finalmente de lo que se trata en los caminos del Señor es siempre de regresar a lo escencial y esto es "que yo me sepa amado por tí, no por mis obras sino porque así Tu lo quiciste y entonces mi obrar será por tí, esa será mi alabanza y mi oración. Por eso no temeré tu juicio porque tu Misericordia sobrepasa mi esperanza. Yo lo se Señor mío que cumplirás tu promesa para con tus pequeños hijos y llegara el día en que seremos consolados sobre tus rodillas".

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Título Original: Ostrov
Título opcional: lLA ISLA o Exorcismo
Género: Drama
País: Rusia
Año: 2006
Director: Pavel Lugin
Duración: 110 min
Productora: Pavel Lungin Studio
Sitio Oficial: ostrov-film.ru
Reparto: Pyotr Mamonov, Viktor Sukhorukov, Dmitriy Dyushev, Yuri Kuznetson, Viktoriya Isakova, Nina Usatova, Yana Yesipovich, Olga Demidova, Timofei Tribuntsev, Aleksei Zelensky



EL STARET Y LA ORACIÓN DEL CORAZÓN

Escribo este pequeño artículo a propósito de una película que acabamos de comentar y que se titula "Ostrov" cuya traducción del ruso significa "La isla".
La imagen que está en el encabezado corresponde a san Serafín de Sarov, a quien la iglesia ortodoxa le celebra el 2 de enero.
San Serafin puedo decir sin miedo a equivocarme, que es un santo universal, como lo puede ser san Francisco de Asís para otros credos.
Antes de continuar conviene decir que el diálogo entre católicos y ortodoxos va muy avanzado. Nos corresponde a nosotros como bautizados y testigos del Señor, orar intensamente para que cese el escándandalo de la división en el Cuerpo de Cristo. Y debemos hacerlo con inmensa confianza porque Dios lo quiere y por que lo que nos separa no son tanto los temas de la fe sino problemas históricos, políticos y seguramente también de forma.
Juan Pablo II nos insta a perseverar en esta oración de petición a fin que la Iglesia "pueda respirar con sus dos pulmones", el de occidente y el de oriente.
San Serafin de Sarov es un monje ruso, un staret, es decir un sabio espiritual. Sabiduría que ha recibido como don de Dios producto de la vida de oración. El nos enseña que lo más importante en la vida del creyente es "la adquisición del Espíritu Santo". Se trata entonces de vivir su vida bajo el soplo del Espíritu, dejándonos invadir por su susurro y obrando según su inspiración. Cuidando de no resistirle, ni entristecerle y mucho menos pecando contra El.
El pecado contra el Espíritu Santo es aquel que no tiene perdón a decir de Jesús.
Pecar contra el Espíritu Santo es no aceptar el perdón y la misericordia que Dios nos ofrece de manera que tal pecado no puede ser perdonado porque quien rechaza el perdón sencillamente no lo puede recibir. Desgraciadamente no son pocos al presente los hombres que se encuentran en esta terrible situación, ya no tienen consciencia de pecado por que acallaron, silenciaron y asesinaron la inspiración del Espíritu que nos mueve a la conpunción y al arrepentimiento.

San Serafin de Sarov tendrá un encuentro memorable con un laico llamado Motovilov y el santo le enseñará a orar en el Espíritu, llevándole por una experiencia mística de una transfiguración.
El que quiera profundizar este tema puede leer el librito titulado "El Peregrino Ruso".

La ortodoxia cristiana cultiva una oración a la que llama "la oración del corazón" y que consiste en repetir permanentemente esta jaculatoria: "Señor Jesús, hijo de Dios Vivo, ten piedad de mi pecador".
Esta oración vocal nos introduce progresivamente en el corazón de Dios para despertar en nosotros el espíritu filial, es decir, para provocarnos a una relación en la que Dios es nuestro Padre y nosotros somos sus pequeños hijos que queremos vivir bajo su amorosa y misericordiosa mirada. También expresa la confesión de nuestro estado de pecadores, frágiles, pobres, incapaces de ser buenos por nuestras propias fuerzas porque aunque Dios nos creo en el bien, producto del pecado original y también del personal somos portadores de la herida del pecado y llevamos una tendencia a la fragilidad que se llama concupiscencia.
Tener consciencia de esto nos anima a ponernos de rodillas para clamar a la Misericordia Divina.
El fruto de esta oración es la conpunción que no es otra cosa que lo que experimentó el hijo prodigo luego de haber derrochado la riqueza de su Padre. Es el dolor del corazón.
"Padre, he pecado contra el cielo y contra tí y no merezco llamarme hijo tuyo" resuena como un eco el verso del salmo 50: "Contra tí, contra tí solo pequé. Lo que es malo a tus ojos yo lo hice..."
Este don de Dios es extraordinario porque purifica nuestro corazón, nos simplifica y nos hace sencillos, también nos otorga mansedumbre porque quien tuvo la gracia de ver su pecado recibe también la gracia de saberse más pequeño que nadie y por lo tanto nos aparta del juicio contra los hermanos que es el pecado de Satanás, el acusador.

Hemos celebrado hace poco la fiesta de Pentecostés y les invito a que pidamos continuamente la gracia del Espíritu Santo, El es ese gran desconocido de muchos. Que no lo sea para nosotros por cuanto El es el Padre de los pobres y nosotros en verdad lo somos.

miércoles, 2 de junio de 2010

SAN JOSÉ DE CUPERTINO, PARA ENTRAR AL CIELO HAY QUE HACERSE COMO UN NIÑO



















San José de Cupertino, "el hombre que no quería ser santo" es una película que nos cuenta con peculiar perspectiva e indudable buen humor la vidad de Giuseppe, un joven particularmente distraido y, como suele decirse, con la cabeza en cualquier parte, solo que no era tan así. Pero eso parecía. Tenía un aspecto algo descuidado y gran facilidad para abstraerse de la realidad que le rodeaba a tal punto que podía descuidar sus obligaciones y hasta algunas veces olvidarse de comer. Hiba a las plazas y miraba a la gente con la boca entreabierta por lo cual le tildaban de idiota y le apodaron "el boquiabierta".
En esta bella película aparece como un estudiante del todo sin buenos resultados. Su padre era un hombre bueno aunque un tanto soñador, pero le amaba y le consolaba. Su madre por el contrario, aunque se puede decir que con un amor revestido de rigor, al ser el hijo único, con no mucha paciencia le empujaba a hacer algo por la vida.
Es debido a la energía y la decisión de la madre que, a pocos años de la muerte del padre, José ingresa al convento de los frailes franciscanos y después de una expulsión y una readmisión por intercesión de su madre, el comienza un camino sin retorno hacia la santidad, camino escondido hasta el momento en que se manifestará este don que Dios le dio y que terminó relacionándolo con el mundo de la aeronáutica y los astronautas.

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San José de Cupertino, nacido en Italia en el siglo XVII, es "El hombre que no quería ser santo". Interpretado por Maximilian Schell, que hizo aquí el mejor papel de su vida, con diferencia. Curiosamente esta película ha pasado bastante desaparcibida a los cinéfilos y raramente la haya uno en alguna relación de películas sorprendentes o meritorias. A mi entender es tan excelente como "Ordet", el film de C.T.Dreyer.

Es un film sensacional y emocionante, porque cuenta la vida de un hombre extraordinario y singular; tanto sus familiares, como sus vecinos, como los franciscanos de los conventos en los que intentó vivir religiosamente, lo trataron como a un "inútil" en el pleno sentido de la palabra, porque lo rompía todo, porque se quedaba extasiado con la boca abierta, porque parecía lelo y atontado, porque no lograba aprender de los libros nada más que una sola frase. En tales circunstancias, le asignaban los peores oficios, lo desconsideraban y maltraban por todos lados; pero estando sufriendo esta vida, empezó a levitar sin pretenderlo, se ponía a orar de rodillas y sin darse cuenta se elevaba varios metros del suelo en pleno extasis, causando auténticos sobresaltos entre quien presenciaban este fenómeno contrario a las leyes de la gravedad; también suscitó envidias y acusaciones de andar endiablado entre los compañeros franciscanos, quienes no podían comprender como un hombre tan "inútil y donnadie" podía ser espiritual o tener sintonía con Dios. Pero esta es la gran lección de la vida de San José de Cupertino: lo que el mundo desprecia, resulta que lo INEFABLE o DIOS, lo eleva, lo elige y lo hace destacar como suyo por excelencia.

Una película inaudinata, fuera de lo común, prácticamente desconocida, que no le dejará indiferente; es más, que puede incluso influenciar religiosa y transformadoramente en la vida de quien la contemple con atención. ¡Si aún no la ha visto, advertido queda!

Comentario de Fej Delvahe

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El hombre que no quería ser santo
TÍTULO ORIGINAL The Reluctant Saint
AÑO
1962
DURACIÓN
105 min.
PAÍS

DIRECTOR EDWARD DIMYTRI
GUIÓN JOHN FANTE Y JOSEPH PETRACCA
MÚSICA Nino Rota
FOTOGRAFÍA C.M. Pennington-Richards
REPARTO Maximillian Schell, Ricardo Montalbán, Lea Padovani, Akim Tamiroff, harold G.
PRODUCTORA Davis/Royal Films International, Dmytryk-Weiler Productions
GÉNERO Drama / Comedia/ Religión / Biográfico s.XVII

SINOPSIS Cuando el joven Giuseppe Diesa (Maximilian Schell) es enviado a trabajar a un monasterio del siglo XVII en Italia - sus padres creían que tenía problemas mentales - sorprende a un obispo local por su increíble relación con los animales del establo. Convencido de sus méritos, ordena a sus superiores del monasterio una educación religiosa tradicional, con resultados milagrosos. Filme basado en la vida de San José de Cupertino.

SAN JOSÉ DE CUPERTINO EL QUE VOLAVA



“San José de Cupertino se eleva en vuelo a la vista de la Basílica de Loreto”, óleo de Ludovico Mazzanti, siglo XVII, se conserva en el santuario de San José de Supertino, Osimo.


SAN JOSÉ DE CUPERTINO UN SANTO VOLADOR

Dios es joven porque siendo Eterno es siempre nuevo. Dios es original porque es principio de todo y fin de todo cuanto es. Dios no se repite porque su sabiduría sobrepasa la de los hombres "como dista el cielo de la tierra", y esta originalidad se manifiesta en cada una de sus obras, es por ello que podemos tener absoluta certeza que somos únicos y que el amor y la alabanza que debemos a nuestro Señor, en ese sentido, también es única aunque se entrelaza en la comunión de un único cuerpo que formamos, el de la Iglesia.
Esta juventud, novedad y originalidad porsupuesto que se manifiesta también en la vida de los santos y por ello la hagiografía, aquella que se ocupa de la historia de los santos, abunda en ejemplos, los más distintos y diversos como seamos capaces de imaginar.

Puedes pensar querido lector que es seguro que al presente existe "un santo a tu medida".

Hoy dedicamos estas líneas a un pequeño del Señor, un alma muy humilde y pobre en el sentido más amplio de la palabra. Nos referimos a san José de Cupertino quien ha sido nombrado patrón de los estudiantes, de los aviadores y hasta de los astronautas!!!. Ya veremos por qué.

Antes de pasar a comentar la película "The reluctant Saint" que se ha traducido como "El hombre que no quería ser santo", vamos a ahondar un poquito en el santo personaje. Para ello recurrimos a un escrito del padre Eliécer Sálesman.

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San José de Cupertino

Festividad: 18 de septiembre.

Fecha de beatificación:1753 por el papa Benedicto XIV.

Fecha de canonización: 16 Julio de 1767 por el papa Clemente XIII.

Nacionalidad: italiana.

Orden: franciscanos.

Patrón: estudiantes, pilotos, astronautas, aviadores, viajeros de avión.

José nació en 1603 en el pequeño pueblo italiano llamado Cupertino. Sus padres eran sumamente pobres. El niño vino al mundo en un pobre cobertizo pegado a la casa, porque el padre, un humilde carpintero, no había podido pagar las cuotas que debía de su casa y se la habían embargado.

Triste niñez.
Murió el padre, y entonces la madre, ante la situación de extrema pobreza en que se hallaba, trataba muy ásperamente al pobre niño y este creció debilucho y distraído. Se olvidaba hasta de comer. A veces pasaba por las calles con la boca abierta mirando tristemente a la gente, y los vecinos le pusieron por sobrenombre el "Boquiabierta". Las gentes lo despreciaban y lo creían un poca cosa. Pero lo que no sabían era que en sus deberes de piedad era extraordinariamente fervoroso y que su oración era sumamente agradable a Dios, el cual le iba a responder luego de maneras maravillosas.

Un distraído desechable. A los 17 años pidió ser admitido de franciscano pero no fue admitido. Pidió que lo recibieran en los capuchinos y fue aceptado como hermano lego, pero después de ocho meses fue expulsado porque era en extremo distraído. Dejaba caer los platos cuando los llevaba para el comedor. Se le olvidaban los oficios que le habían puesto. Parecía que estaba siempre pensando en otras cosas. Por inútil lo mandaron para afuera.

Al verse desechado, José buscó refugio en casa de un familiar suyo que era rico, pero él declaró que este joven "no era bueno para nada", y lo echó a la calle. Se vio entonces obligado a volver a la miseria y al desprecio de su casa. La madre no sintió ni el menor placer al ver regresar a semejante "inútil", y para deshacerse de él le rogó insistentemente a un pariente que era franciscano, para que le recibieran al muchacho como mandadero en el convento de los padres franciscanos.

Cambio inesperado. Sucedió entonces que en José se obró un cambio que nadie había imaginado. Lo recibieron los padres como obrero y lo pusieron a trabajar en el establo y empezó a desempeñarse con notable destreza en todos los oficios que le encomendaban. Pronto con su humildad y su amabilidad, con su espíritu de penitencia y su amor por la oración, se fue ganando la estimación y el aprecio de los religiosos, y en 1625, por votación unánime de todos los frailes de esa comunidad, fue admitido como religioso franciscano.

Coincidencias agradables. Lo pusieron a estudiar para prepararse al sacerdocio, pero le sucedía que cuando iba a presentar exámenes se trababa y no era capaz de responder. Llegó uno de los exámenes finales y el pobre Fray José la única frase del evangelio que era capaz de explicar completamente bien era aquella que dice: "Bendito el fruto de tu vientre Jesús". Estaba asustadísimo, pero al empezar el examen, el jefe de los examinadores dijo: "Voy a abrir el evangelio, y la primera frase que salga, será la que tiene que explicar". Y salió precisamente la única frase que el Cupertino se sabía perfectamente: "Bendito sea el fruto de tu vientre".

Otra chiripa. Llegó al fin el examen definitivo en el cual se decidía quiénes sí serían ordenados. Y los primeros diez que examinó el obispo respondieron tan maravillosamente bien todas las preguntas, que el obispo suspendió el examen diciendo: "¿Para qué seguir examinando a los demás si todos se encuentran tan formidablemente preparados?" y por ahí estaba haciendo turno para que lo examinaran, el José de Cupertino, temblando de miedo por si lo iban a descalificar. Y se libró de semejante catástrofe por casualidad.

Después de conocer la vida de San José, podemos notar que las "coincidencias o chiripas" se trataban más bien de Providencias de Nuestro Señor.

Fuertes penitencias. Ordenado sacerdote en 1628, se dedicó a tratar de ganar almas por medio de la oración y de la penitencia. Sabía que no tenía cualidades especiales para predicar ni para enseñar, pero entonces suplía estas deficiencias ofreciendo grandes penitencias y muchas oraciones por los pecadores. Jamás comía carne ni bebía ninguna clase de licor Ayunaba a pan y agua muchos días. Se dedicaba con gran esfuerzo y consagración a los trabajos manuales del convento (que era para lo único que se sentía capacitado).

Un caso único y raro. Desde el día de su ordenación sacerdotal su vida fue una serie no interrumpida de éxtasis, curaciones milagrosas y sucesos sobrenaturales en un grado tal que no se conocen en semejante cantidad en ningún otro santo. Bastaba que le hablaran de Dios o del cielo, para qué se volviera insensible a lo que sucediera a su alrededor. Ahora se explicaban por que de niño andaba tan distraído y con la boca abierta. Un domingo, fiesta del Buen Pastor, se encontró un corderito, lo echó al hombro, y al pensar en Jesús Buen Pastor, se fue elevando por los aires con cordero y todo.

Los animales sentían por él un especial cariño. Pasando por un campo, se ponía a rezar y las ovejas se iban reuniendo a su alrededor y escuchaban muy atentas sus oraciones. Las golondrinas en grandes bandadas volaban alrededor de su cabeza y lo acompañaban por cuadras y cuadras.

Los 70 éxtasis. Ya sabemos que la Iglesia Católica llama éxtasis a un estado de elevación del alma hacia lo sobrenatural, durante lo cual la persona se libra momentáneamente del influjo de los sentidos (no oye, no siente) para dedicarse a contemplar lo que pertenece a la divinidad. La palabra éxtasis significa en griego: ser transportado hacia lo sobrenatural.

San José de Cupertino quedaba en éxtasis con mucha frecuencia durante la santa Misa, o cuando estaba rezando los Salmos de la S. Biblia. Durante los 17 años que estuvo en el convento de Grotella, sus compañeros de comunidad presenciaron 70 éxtasis de este santo. El más famoso sucedió cuando diez obreros deseaban llevar una pesada cruz a una alta montaña y no lo lograban. Entonces Fray José se elevó por los aires con cruz y todo y la llevó hasta la cima del monte.

Prohibición de aparecer en público. Como estos sucesos tan raros podían producir verdaderos movimientos de exagerado fervor entre el pueblo, los superiores le prohibieron celebrar misa en público, ir a rezar en comunidad con los demás religiosos, asistir al comedor cuando estaban los otros allí, y concurrir a las procesiones u otras reuniones públicas de devoción.

Cuando estaba en éxtasis lo pinchaban con agujas, le daban golpes con palos, y hasta le acercaban a sus dedos velas encendidas y no sentía nada. Lo único que lo hacía volver en sí, era oír la voz de su superior que lo llamaba a que fuera a cumplir con sus deberes. Cuando regresaba de sus éxtasis pedía perdón a sus compañeros diciéndoles: "Excúsenme por estos 'ataques de mareo' que me dan".

Las levitaciones. En la Iglesia han sucedido levitaciones a más de 200 santos. Consisten en elevarse el cuerpo humano desde el suelo, sin ninguna fuerza física que lo esté llevando. Se ha considerado como un regalo que Dios hace a ciertas almas muy espirituales. San José de Cupertino tuvo numerosísimas levitaciones.

Un día llegó el embajador de España con la esposa y mandaron llamar a Fray José para hacerle una consulta espiritual. Este llegó corriendo. Pero cuando ya iba a empezar a hablar con ellos, vio un cuadro de la Virgen que estaba en lo más alto del edificio, y dando su típico pequeño grito, se fue elevando por el aire hasta quedar frente al rostro de la sagrada imagen. El embajador y su esposa contemplaban emocionados semejante suceso que jamás habían visto. El santo rezó unos momentos. Luego descendió suavemente al suelo, y como avergonzado, subió corriendo a su habitación, y ya no bajó más en ese día.

Besando al Niño Jesús. En Osimo, donde el santo pasó sus últimos seis años, un día los demás religiosos lo vieron elevarse hasta una estatua de la Virgen María que estaba a tres metros y medio de altura, y darle un beso al Niño Jesús, y allí junto a la Madre y al Niño se quedó un buen rato rezando con intensa emoción, suspendido por los aires.

Su última misa. El día de la Asunción de la Virgen en el año 1663, un mes antes de su muerte, celebró su última misa. Y estando celebrando quedó suspendido por los aires como si estuviera con el mismo Dios en el cielo. Muchos testigos presenciaron este suceso.

Tratamientos duros. Muchos enemigos empezaron a decir que todo esto eran meros inventos y lo acusaban de engañador. Fue enviado al Superior General de los Franciscanos en Roma y este al darse cuenta que era tan piadoso y tan humilde, reconoció que no estaba fingiendo nada. Lo llevaron luego donde el Sumo Pontífice Urbano VIII el cual deseaba saber si era cierto o no lo que le contaban de los éxtasis y de las levitaciones del frailecito. Y estando hablando con el Papa, quedó José en éxtasis y se fue elevando por el aire. El Duque de Hanover, que era protestante, al ver a José en éxtasis, se convirtió al catolicismo.

El Papa Benedicto XIV que era rigurosísimo en no aceptar como milagro nada que no fuera en verdad milagro, estudió cuidadosamente la vida de José de Cupertino y declaró: "todos estos hechos no se pueden explicar sin una intervención muy especial de Dios".

Getsemaní antes de la glorificación. Los últimos años de su vida, José fue enviado por sus superiores a conventos muy alejados donde nadie pudiera hablar con él. La gente descubría dónde estaba y allá corrían las multitudes. Entonces lo enviaban a otro convento más apartado aún. El sufrió meses de aridez y sequedad espiritual (como Jesús en Getsemaní) pero después a base de mucha oración y de continua meditación, retornaba otra vez a la paz de su alma. A los que le consultaban problemas espirituales les daba siempre un remedio "Rezad, no cansarse nunca de rezad. Que Dios no es sordo ni el cielo es de bronce. Todo el que le pide recibe".

Murió el 18 de septiembre de 1663 a la edad de 60 años.

Que Dios nos enseñe con estos hechos tan maravillosos, que El siempre enaltece a los que son humildes y los llena de gracias y de bendiciones.

Tomado del Libro "Vidas de Santos" del P. Eliécer Sálesman

martes, 1 de junio de 2010

SANTA MARÍA GORETTI, LA PELÍCULA













Cuando vi esta película por primera vez, fue inevitable recordar aquella lectura que de niño hice de un libro titulado: "Yo maté a María Goretti", escrito por Alejandro. Tenía entonces tan solo 9 años y esa lectura me marcó profundamente. Claramente habían cosas que me sobrepasaban pero una cosa si la tenía por cierta: en este mundo hay algunos seres humanos que son como Jesús. Sin saberlo ya tenía la primera definición de la santidad.

La importancia de esta película es enorme. Nos llega en un momento en que la palabra amor está vanalizada y hasta pervertida. El termino de castidad y de pureza no salen de nuestros labios sin encontrar frecuentemente en nuestros interlocutores una sonriza incrédula puesto que hablamos, según el juicio del mundo, de "conceptos propios de la edad media", "la edad del oscurantismo" en la que, para nuestra gran alegría, brillo el Sol de Justicia

Hay muchísimos elementos a rescatar a lo largo del filme. Una familia esforzada para la que el día a día se forja con esfuerzo y confianza en Dios, un padre presente hasta los 10 años de María y luego ausente por cuanto murió de malaria. Un sacerdote cercano a la familia que es el vínculo entre Dios y los hombres. La presencia de la madre como modelo de fe y de fortaleza lo mismo que de alegría y el rol de los hijos, especialmente de la mayor que tiene responsabilidades en medio de una familia que es pobre. La amistad y el amor de dos jovenes que pudo llegar a ser algo extraordinario y que producto de las malas influencias, la pasión sin freno y la inmediatez se convierte en el instrumento de una tragedia. Drama que el misterio de la providencia y el fiat de una adolescente lo convierte en historia santa porque en ello se cumple aquello que "donde abundó el pecado sobreabundó la gracia".

Historia:


Santa María Goretti nació en 1890 en Italia. Su padre, campesino, enfermó de malaria y murió. Una tarde, María estaba sentada en lo alto de la escalera de la casa, remendando una camisa. Aunque aún no cumplía los doce años, era ya una mujercita. Alejandro, un joven de 18 años, subió las escaleras con intención de violar a la niña. María opuso resistencia y trató de pedir auxilio; pero como Alejandro la tenía agarrada por el cuello, apenas pudo protestar y decir que prefería morir antes que ofender a Dios. Al oír esto, el joven desgarró el vestido de la muchacha y la apuñaló brutalmente. Ella cayó al suelo pidiendo ayuda y él huyó.



Titulo original: María Goretti

Fecha Estreno: 27 de Noviembre de 2005
Género: Drama
Director: Giulio Base Guión: Francesco Contaldo
Intérpretes: Massimo Bonetti, Luisa Ranieri, Flavio Insinna, Martina Pinto, Fabrizio Bucci, Marco Messeri, Luca Biagini, Giulio Base...
Duración: 95 minutos
Idioma original: Italiano.


Enseñanza:


María Goretti era una muchacha soltera que conocía el valor del matrimonio y de las relaciones sexuales. Sabía que la complementariedad de los sexos se manifiesta plenamente en el acto sexual, en el cual el hombre y la mujer se unen íntima y totalmente en alma y cuerpo por el amor que existe entre ellos. Entendía que el acto sexual sólo puede efectuarse dentro del matrimonio ya que es una manifestación de amor entre los esposos y para la procreación de los hijos.
Los jóvenes podrán preguntarse: ¿Hasta el matrimonio? ¡Faltan “miles de años”! Y mientras... ¿qué? Pueden aprovechar el tiempo del noviazgo para conocerse, tratarse, vivir en amistad y hacerse felices el uno al otro. El noviazgo es una preparación para el futuro matrimonio..