San Felipe Neri, un hombre de corazón grande
Hay santos grandes y otros más pequeños, unos que brillan de una forma espectacular y otros que permanecen como escondidos. Los hay que tienen carácter jovial y alegre y otros que son más introvertidos o algo imponentes. ¿Qué podemos decir?... Hay santos como hay hombres, de todos los tipos y estilos. Pero en una cosa todos los santos coinciden y es que sin excepción se hicieron discípulos de Cristo.
San Felipe Neri es el santo que está caracterizado por el gozo y la alegría, así le conocemos y así le amamos y por él damos gracias a Dios porque es uno de los mejores ejemplos que demuestran que cuando entregamos la vida a Dios, no se nos deseca la dicha ni se nos estira el rostro.
No es penitencia derramar su vida delante de Dios sino gozo renovado porque para ser felices es que Dios nos creo.
¿Y qué podemos decir del sufrimiento? ¿Acaso no esta presente de forma variada y algunas veces particularmente manifiesto como para recordarnos que lo nuestro sería algo como vivir tironeados entre el anhelo de dicha infinita y los limites frustrantes de nuestra mortal condición?
Aparente contradicción, virtual paradoja que nos conduce a echar una mirada a la humanidad de Cristo.
Leía hace unos días, el bello libro del padre Alberto Simons S.J, titulado "Ser humano" y en el cual se nos lleva a través de la cristología a contemplar justamente la humanidad de nuestro Señor. En alguna parte de su libro, nos dice que no son pocas las personas que incurren en un lapsus singular cuando dirigen una mirada a un Jesucristo al que enmarcan en una suerte de caricatura. Jesús sería algo así como un "transformer" o para ser fiel a la imagen que el padre Simons cita, sería como una casa de dos pisos. Cuando el Señor vive lo cotidiano entonces Él estaría en el primer nivel, el nivel humano. Pero cuando viene la tentación, el ataque de aquellos que le persiguen, el desamor de los cercanos... entonces Jesús sube al segundo nivel y se comporta como Dios.
Es curiosa la imagen querido lector, pero te ruego que te detengas un momento a reflexionar si, de alguna manera, esta no termina siendo la forma como derrepente miras a Jesucristo.
La caricatura es sugestiva pero nos trae al punto esencial de la fe. Y ya aquí se impone la pregunta: ¿Jesucristo es realmente un modelo imitable? ¿Crees tú con todo tu corazón y con toda tu consciencia que es posible seguir al Maestro?
Hay no pocas personas que dicen que Jesús es un ser tan extraordinariamente bueno y noble, tan lleno de compasión y misericordia y tan pleno de sabiduría en sus dichos que finalmente es inalcanzable. ¡Claro!, porque además, si bien es cierto Jesucristo se hizo igual en todo a los hombres, no podemos olvidar lo que sigue y que tiene carácter de dogma: "menos en el pecado"... ¿Y qué somos nosotros sino pecadores? ¿Y qué es Cristo sino hombre menos en el pecado? Algunos se quedan en este punto y renuncian.
Pero se puede ir más lejos aun si nos preguntamos: ¿Y qué es el pecado?
Si el pecado es el mal a evitar siguiendo un código de normas, un simple tutor legalista que nos indica la derecha y la izquierda, lo de arriba y lo de abajo, en suma, pura jurisprudencia, entonces ciertamente no hemos entendido lo que en verdad es el pecado y qué pinta en todo esto Jesucristo, no hemos entendido su mensaje, su obra y su permanencia en medio del mundo hasta el fin de los tiempos.
¿El pecado no es acaso aquello que nos desfigura y nos deshumaniza?.
Pues bien, llegamos finalmente al punto gracias al cual no debemos dudar de declarar que a Cristo no solo se le puede seguir sino que se le debe seguir porque de ello depende ser en verdad y auténticamente aquello para lo que Dios nos creo: plenamente hombres, hombres en el sentido amplio del término, humanos a la manera de Jesús que no dudará en autoproclamarse como "el Hijo del hombre"
Nosotros no somos ángeles, no corresponde a nuestra naturaleza ni a nuestra vocación. Cristo abrazó integramente nuestra humanidad y porque lo hizo es posible para el ser humano alcanzar tan altamente su vocación, y san Ambrosio no dudará en declarar que "Dios se hizo hombre para que el hombre se haga Dios", porque es cuando aceptamos dejarnos impregnar de la persona de Jesucristo que verdaderamente alcanzamos esta dignidad a la que Dios nos invita y que no es otra cosa que la santidad. Santidad que no es para un extraterrestre, ni para un superman sino para el ser humano normal que está en este mundo avanzando de la imajen a la semejanza, en una dinámica de devenir.
La santidad es lo que corresponde a todo ser humano que ha crecido según la naturaleza que le es propia y que ha sido elevada por la Gracia.
Esta película realmente está muy bien. El padre Felipe Neri va camino a Roma y casi al llegar a la entrada de la ciudad de los Papas, se detiene a descansar sobre un árbol. El se cuida de no andar por el camino de la ilusión porque eso no conduce derecho al cielo sino que por el contrario siempre nos desvía de la ruta. Sabe que llegando a Roma debe visitar al padre Ignacio de Loyola, fundador de los Jesuitas a quien le pedirá ingresar a la orden y le embarque rumbo a las Indias, donde espera pasar el resto de sus días al servicio de los pobres, predicando el Evangelio. Como nos ocurre también a nosotros, don Filippo no anda del todo equivocado. Solamente hay una ligera variante que es mas de forma que de fondo.
Un pequeño niño dirige la palabra a aquel cura que yace sobre el árbol y le dice: "Filippo, tu no irás a las Indias".
Alguien dijo una vez y con mucha razón: "Si quieres hacer sonreír a Dios, cuéntale tus planes"
"Preferisco il Paradiso" o como se traduce del italiano, "Prefiero el Paraiso", es esta nueva serie producida por los estudios Luxvide en asociación con la Raitrade, productoras de cine y televisión quienes ya desde hace un buen momento nos ofrecen series de muy buena factura, orientadas a mostrar la hagiografía de una manera amena y bastante potente.
Hace algunos años (1985) conocimos una versión (la primera) de la historia de san Felipe Neri y que se publicó con el nombre de: "State buoni se potete" (se bueno si puedes) y que llego a la pantalla chica del telespectador hispano con el nombre de "Un santo para los niños".
Comentamos en una publicación anterior nuestra crítica a ese filme:
Si bien es cierto, la primera película abunda en detalles, historias y escenas cómicas y dramáticas también, una de las críticas que mas se le hizo es la de alejarse del personaje histórico de san Felipe Neri e incurrir más en la fábula que en la historia real. Esa crítica es correcta porque, efectivamente, la película muestra varios pasajes que tienen más sabor a cuento que otra cosa. Sin embargo, yo como muchos otros, hemos defendido el valor de la metáfora y el cuento para rescatar no pocos rasgos del santo y que corresponden bastante bien a la estupenda actuación de quien lo encarna en el filme, el actor Johnny Dorelli. Me atrevería a decir que, además de esta perspectiva, ese filme tiene a su favor el ser una obra que no tuvo ningun reparo en el tiempo que llevo filmarla y los recursos que se invirtieron en ella, en un momento en el que la apuesta por el cine religioso o espiritual, era mucho más que pobre.
Si aceptamos de buen grado la crítica a la película antigua debemos decir que esta versión no incurre en el mismo recurso. Es un telefilme con un argumento muy distinto y en el que se cuida mucho el tema de la humanidad del santo. Cosas extraordinarias aparecen de tanto en tanto, pero eso no es un defecto, sino por el contrario, corresponden a lo que ocurre en la vida de un discípulo de Cristo que ha sabido de tal manera disminuir que finalmente termina siendo, como lo afirma san Pablo, ya no él que vive sino Cristo que vive en él. Estos signos y hasta prodigios que aparecen en la película de manera bastante discreta diría yo, aunque tengan ese aspecto exterior de extraordinario no lo son tanto en la vida de los santos. Particularmente, san Felipe Neri es un apóstol de la alegría de Dios que ama a los pequeños y los despreciables. Debemos recordar que los signos carismáticos como los milagros y las curaciones, no son ajenas a la evangelización y también al acompañamiento de la cura de almas. Estos signos se convierten en el medio por el cual Dios despierta la fe de aquellos que están cerrados, de los que están muertos y de los que ya no tienen esperanza, y esto no es así solo en la película, gracias a Dios, sino sobre todo en la vida de la Iglesia, no solo de ayer sino también de hoy.
Pierotto es un pequeño niño como tantos, hijo de una prostituta, que vive junto con la pandilla refugiado en las humedas catacumbas que se encuentran a las afueras de Roma. Liderados por otro niño de nombre Mezzapagnotta, se dedican a robar y cobrar cupos alentados por un matón acaudalado y medio poderoso quien vive a expensas de estos pequeños delincuentes.
Don Filippo llega en estas circunstancias y desde cero, sin un proyecto ni nada que se le parezca, incia un camino en el que el amor, la compasión y la paciencia, van construyendo un espacio nuevo que día a día va tomando forma y terminarán por bautizarlo como "El oratorio". Lugar de la fiesta y la fraternidad, el oratorio del padre Felipe Neri, no es solo el lugar para los niños en extrema pobreza sino que también es el lugar para estos otros pobres que no carecen de pan o dinero pero que si viven en una gran soledad y también desamor. Don Filippo no hace diferencias sino que acoje a todos, no solamente a los niños sino también a los mendigos, los viajeros y los que sufren.
Años más tarde, confrontado a su propia inconversión, Pierotto pregunta a su padre espiritual: "Pippo, ¿por qué es tan dificil seguir el Evangelio?". A lo que el santo responde: "porque es simple".
FICHA TÉCNICA
TÍTULO ORIGINAL: Preferisco il Paradiso
TÍTULO EN ESPAÑOL: Prefiero el Paraiso
PAÍS: Italia
DIRECTOR: Giacomo Campiotti (el mismo director de la película Bakhita, la esclava santa)
ACTORES: Roberto Citran, Gigi Proietti, Francesco Salvi
AÑO: 2010
IDIOMA: Italiano
SUBTÍTULOS: Español
DURACIÓN: 200 minutos
REGIÓN: ALL
FORMATO: DVD5